A veces, la cocina del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) parece tan compleja como las deconstrucciones de Ferran Adrià. Pero esta vez se ha pasado de sencillez, hasta el punto de que ha deshidratado sus propias tablas de Galicia y obtenido unas predicciones equivocadas a causa de la extrema dificultad demoscópica que presenta la nueva situación política tras el fin del bipartidismo impuesto desde 1978.
En su Observatorio Electoral Continuo para Público, JM&A ha revisado las tablas originales obtenidas por el CIS en su trabajo de campo durante la semana de la investidura fallida de Mariano Rajoy (entre el 29 de agosto y el 2 de septiembre) y tras efectuar largos cálculos con una técnica muy precisa de estimación de la intención de voto ha descubierto que en los resultados oficiales se ha infravalorado el apoyo de los votantes a la coalición En Marea. Así, esta queda erróneamente empatada con el PSdeG a 16 escaños (y con idéntico porcentaje del 19,9% de los votos válidos), cuando en realidad lo que reflejan los datos de la encuesta es una amplia ventaja (entre esas dos formaciones) de la alianza de Podemos, Anova, Esquerra Unida y Equo, que sacaría cuatro escaños y más de 60.000 votos de ventaja a los socialistas gallegos si las elecciones se celebrasen hoy.
El motivo del fallo del CIS es que ha empleado la primera, y más sencilla, técnica de cálculo demoscópico para corregir los resultados erróneos a los que siempre inducen las respuestas directas de los encuestados: el procedimiento conocido como "estimación por desviaciones porcentuales respecto a un comportamiento electoral conocido".
Para dar una explicación simple de una técnica estadística matemática, se puede decir que ese sistema de corrección se fundamenta en el cálculo del falso recuerdo de voto que proclaman muchísimos encuestados: la gente no es sincera al responder y eso se comprueba al comparar ese recuerdo de voto con lo que realmente ocurrió en las elecciones anteriores. Por ejemplo, si nos limitamos a lo que dicen los entrevistados, el PP habría sacado en 2011 un 15% menos de votos de los que realmente obtuvo. Eso hay que corregirlo por métodos estadísticos para acertar en las estimaciones.
Además, los datos brutos de un sondeo siempre dan una proporción excesiva de los que no manifiestan intención de votar a una candidatura concreta, entre los que se declaran indecisos, los que afirman que votarán en blanco (un porcentaje que es siempre enormemente mayor que la realidad, incluso el cuádruple de lo que después ocurre), los que aseguran que se abstendrán y los que ni siquiera contestan.
Todas esas desviaciones porcentuales se van corrigiendo sobre la muestra de respuestas, en función de los comportamientos conocidos –distribuyendo los "no sabe/no contesta" entre los partidos infrarrepresentados en la muestra–, para alcanzar estimaciones mucho más correctas. Ahora bien, esa técnica no puede corregir eficazmente la incertidumbre que provocan los datos brutos cuando son más del 15% de los encuestados los que no contestan sobre su preferencia de voto, y eso es lo que está pasando actualmente con el nuevo panorama multipartidista.
Y lo que han hecho los expertos del CIS para tratar de compensar ese defecto de sus estimaciones ha sido combinarlas con el índice de "simpatía" mostrada por los entrevistados hacia los diferentes partidos. "La simpatía no es un parámetro equiparable", explica Jaime Miquel, "y al mezclarla con los datos ciertos sólo se consigue estropear la información. Lo principal es la estructura de trasvases ciertos entre partidos y de estos con la abstención o la indecisión: la simple equivalencia a electores de los datos del CIS abre una diferencia de 90.000 votos entre En Marea (335.208 votos), y el PSOE (245.309 votos).
Pero existe otra técnica muchísimo más precisa para estimar los resultados en función de las tablas completas del CIS, que requiere una formación demoscópica muy sólida porque hay que fijar una tasa de participación probable mediante un conocimiento profundo del comportamiento electoral en el ámbito estudiado. Es la que siempre emplea Jaime Miquel y trataremos de explicarla con sencillez, por mucho que su definición parezca abstrusa: "Estimación de resultados por equivalencia de absolutos censales".
Se trata, como subraya Miquel, de respetar "la estructura de trasvases de certidumbre a certidumbre", es decir, de observar detalladamente cómo se trasvasan votos de unos partidos a otros, o de la abstención a las urnas. Esa técnica parte de un supuesto teórico contrastado: “Un entrevistado que ha votado a un partido e informa de ello en una encuesta, es electoralmente más parecido al que vota al mismo partido pero no informa, que a cualquier otro”.
Por tanto, explica Miquel, "informen o no, votarán lo mismo o se abstendrán igual, y su comportamiento será distinto de aquellos otros que –informando o no– votan a otro partido, por lo que eliminamos del estudio los que no contestan en el recuerdo de voto y trabajamos exclusivamente con los entrevistados que informan sobre su comportamiento electoral pasado".
Es un procedimiento laborioso que se ejecuta en siete pasos estadísticos, que incluyen la determinación de la tasa de participación estimada; las correcciones de los datos extremos, la ocultación de voto y la sobrerrepresentación de la intención de votar en blanco; la equivalencia a absolutos poblaciones, que permite definir números exactos de votos y no meros porcentajes como hace la otra técnica; y la asignación de los indecisos.
Al aplicar esta técnica por absolutos censales a las tablas del último CIS en Galicia, una y otra vez va demostrándose que En Marea aventaja notablemente al PSdeG en las sucesivas estimaciones de voto que se van construyendo, empezando por la simple equivalencia a electores antes citada. Por ejemplo, en la suma de decididos e indecisos se produce una estimación preliminar donde En Marea (325.529), aventaja al PsdeG con claridad (264.522) por 60.000 votos.
Cuando se combina esa matriz con una corrección sobre la abstención y los "otros y blancos" de las autonómicas en 2012, la diferencia se amplía mucho: En Marea (373.335), aventaja en unos 200.000 votos al PSdeG (176.197). Y si se suman ambas matrices y se agregan los indecisos proporcionales a cada uno de los partidos, el resultado es espectacular: En Marea dobla al PSdeG con una ventaja de 219.000 votos.
Esa no es la estimación final de JM&A, ni mucho menos, pues faltan todavía muchos ajustes, pero demuestra claramente que ningún cálculo corrector da empatados a esos dos partidos y que al combinar la "simpatía" con la intención de voto, los técnicos del CIS han estropeado los resultados.
Un último ejemplo: si vamos a la estructura de la información según edades, también es imposible que el PsdeG y En Marea estén empatados en intención de voto. Comprobamos que, en datos directos y calculando desde las edades, En Marea (393.000) aventaja en 130.000 votos al PsdeG (264.000).
¿Es posible que el PP pierda la mayoría absoluta?
Pero ninguna de estas cifras es la que finalmente calcula Jaime Miquel como estimación definitiva, ya que la distribución final de los indecisos conforme a las transferencias de votos observadas es delicada, contemplando aproximaciones numéricas desde distintas variables.
En definitiva, concluye Jaime Miquel: "Al inicio de la campaña, gana el PP con 670.000 a 690.000 votos, lo que les sitúa entre 38 y 40 escaños. Segundo es En Marea, con alrededor de los 360.000 votos y 19 escaños. Tercero queda el PsdeG con menos de 300.000 votos y 15 escaños. Cuarto, el BNG, con entre 80.000 y 100.000 votos, lo que les deja en 2 escaños. Y quinto, Ciudadanos, que tendrá escaño si alcanza el 5% en A Coruña o Pontevedra". [Véase el gráfico al inicio de esta información]
Ahora bien, ¿es posible que el PP se quede en los 37 escaños y, por tanto, pierda la mayoría absoluta?
"Desde luego que sí –responde Miquel–. En Marea marcó 480.000 votos en la campaña del 26-J. Ahora están desmovilizados, en la abstención, que es el lugar donde los colocó la campaña de Iglesias. Son de perfil 15-M o ruptura pura, y están ahí porque el PSOE para ellos es como el PP, o más parecido al PP que a otra cosa. Por otro lado, el PP empieza la campaña en máximos. A ver si aguanta hasta el final".
Es decir, lo que haga cada uno en campaña va a resultar decisivo.
Carlos Enrique Bayo, en Tablero Global
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