En la región de Batman, declarada hace un año zona de seguridad especial, militares y policías ya actúan como si el Estado estuviese dirigido por uniformados. «Aquí, en lugar de atacarse entre ellos, trabajan juntos para oprimir al pueblo. Todo seguirá igual o puede que incluso peor. Ahora van a usar la excusa del golpe de Estado para atacar a la gente y hacer más registros. Creo que habrá más presión, por lo tanto perdemos sí o sí», explica Enes Can por teléfono.
Las ciudades convertidas en escombros, los desplazados, las operaciones y los controles militares en Kurdistán Norte están acabando con la esperanza de muchos jóvenes. Después de la asonada, Binali Yildirim lanzó un mensaje conciliador a los grupos políticos, pero en un país neurótico, con un Gobierno que azuza la violencia, parece complicado que la situación de los kurdos mejore. Según Can, artista callejero de Batman, es el momento de la carta blanca para reprimir: «Apenas prestarán atención a lo que ocurre aquí».
La cortina de humo que puede elevarse sobre Kurdistán Norte podría incluso haber sido más espesa con los militares. Aquí nadie olvida la represión que dirigió Kenan Evren desde 1980. Mandó torturar a kurdos y comunistas. Una época retratada con maestría por el director kurdo Yilmaz Güney en su película “Yol” (Camino), en la que explica qué significa vivir bajo un régimen militar a través de varios presos con permisos para visitar a sus familias.
«Si los militares hubieran ganado nos habrían masacrado. Aunque, insisto, ahora mismo ya nos están matando», dice Can. «Habríamos vuelto a los 80. Menuda pesadilla. No sé quién puede estar detrás del golpe, pero al Estado le viene bien», añade Sahin, dueño de un restaurante en Diyarbakir.
La asonada de 1980 y la fallida del viernes podrían no tener el mismo componente militar. Parece difícil que los uniformados, en general respetados por los turcos, repitan las técnicas de Evren, fuente de cohesión en Anatolia por el rechazo generalizado que provoca. De estar Gülen detrás, podríamos haber visto una ofensiva suave, como acostumbra el clérigo. Puede que incluso la paz estuviera más cerca, aunque Gülen tampoco es ninguna garantía porque obstaculizó las conversaciones de Oslo al utilizar a sus jueces para intentar juzgar al líder de la Inteligencia turca, Hakan Fidan.
Miguel Fernández, en GARA
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