Implicado en decenas de colectivos, es uno de esos rostros que viven para difundir el euskera y la Ribera. Recibirá un homenaje en el Oinez’19
¿Qué significa para usted este homenaje?
Todo homenaje es como un abrazo, un “gracias” que alguien te da y es emotivo, muy emotivo, aunque no sé muy bien por qué este homenaje.
Es un reconocimiento a su ingente labor por el euskera en la Ribera
-Sí. No sé en qué se concreta. No sé si será por hacer de Olentzero, por tener a los tres hijos en la ikastola (en esta situación hay muchos padres y madres y tendríamos que estar todos en el escenario) o por estar hasta el último día de la vejez trabajando por el Nafarroa Oinez.
¿Qué pasa en la Ribera para que no acepte el euskera?
-Se le ve muy lejos y distante. Ven más útil el inglés. Falta esa conexión con todo lo que es la navarridad entera. No saben que una gran parte de Navarra sea vasca, ni gran cantidad de palabras, o que sus apellidos provengan de esta lengua, Zubieta, Irisarri, Erri Berri... o nombres como Javier. Acabo de estar en Malta y los autobuses son de la marca Irizar que procede también del euskera. Sería bonito que tuvieran ese orgullo, lo mismo que la gente lo tiene por una religión muy antigua, de hace 2.000 años, como el cristianismo.
También hay parte de ignorancia de pensar que nunca se ha usado en la Ribera
-Se dice, “nunca se ha hablado aquí” y no tenemos datos, no lo podemos decir. Desconocemos mucho y hay que ser más humildes;el euskera lo tenemos al lado y por lo menos hemos de llevarnos bien con los vecinos, como con Francia. Disfrutemos el euskera como lo hacen en Europa, donde algunos alemanes dicen que debería ser obligatorio en Europa.
¿Se aprecia más fuera que en casa?
-Sí. sin duda. Me he encontrado a veces a algunos concejales o concejalas que me dicen ‘qué voy a hacer yo, si no siento simpatía por el euskera’. Eso es muy fuerte, falta mucha sensibilidad.
¿Cómo llega un ablitero como usted al euskera?
-Me fui a estudiar a Loiola. Vi que allí el primer idioma era el euskera y que eso se extendía también por Navarra. De allí fui a Bilbao, donde había conciencia pero no como en los caseríos por la represión franquista. Pero había un gran impulso por recuperarlo. Me fui de Jesuita a los 18 años y había algunos que se iban de voluntarios a Venezuela, a la India, a África y tenían claro que debían aprender los idiomas de esos sitios. Nosotros, al quedarnos en Bilbao dijimos “tenemos que aprender euskera” y nos lo propusimos. Nos fuimos a vivir a un barrio de Bilbao y así lo hicimos. Eran años hermosos e intensos con las canciones de Laboa. Había un jesuita de Tudela, Añón, que colaboraba en la publicación de libros de ciencias en euskera. Luego dejé el mundo de los Jesuitas y me vine a la ikastola de Estella. Era una ikastola modélica, logró que los niños hablaran euskera por la calle, algo que otros no conseguían en Gipuzkoa, Iparralde y Bizkaia. En esta segunda etapa llegué de profesor, con un trabajo muy implicado con una seña de identidad que era la implicación de los padres en la educación y me pusieron de subdirector. Había una implicación entonces que no era normal en los colegios. Así unos años hasta que me eché novia, me casé y al año pasé a otra etapa de mi vida, ya en Tudela, con el rol de padre. Volví hacia el año 1990.
¿Cómo estaba en aquel 1990 el euskera en Tudela?
-Los padres que empezaron con la ikastola en 1984 fueron rompedores. Era gente valiente que arriesgaban. Algunos, los primeros años, decían que había que tener fe para dejar al hijo en un chamizopara que te lo educaran y luego irte a casa. Mi hijo entró en la sexta promoción.
¿Cómo ha cambiado en esos 30 años el euskera en la Ribera?
-Ha ido calando. Se pueden citar cuatro pilares con fuerza, personalidad y ya implantadas en la Ribera. La ikastola, el Modelo A, AEK (tiene unos 80 alumnos) y la Escuela de Idiomas. Respecto al Modelo A, la gente no lo sabe pero casi 1.000 alumnos estudian euskera en el modelo A, en Tudela, Cascante (más de 100), Castejón, Ablitas... Pero deberíamos reflexionar respecto a la enseñanza privada religiosa, Anunciata, Compañía de María o Jesuitas porque ni ofertan ni les interesa impartir euskera.
Como protagonista, ¿qué papel juega una tradición como el Olentzero?
-Ha ganado la batalla a las carrozas y las luces. La gente ve ovejas, patos, música, alegría y gente bailando, la cabalgata es más distante. Eso nos debe servir para aprende en otras cosas. Ya se desarrolla en Buñuel, Cascante, Corella, Castejón, Villafranca, Ribaforada, Cabanillas, Fustiñana Cortes, Ablitas… Estamos intentando recopilar datos e historia para hacer algo sobre cómo empezó en Tudela cuando lo recuperó la peña La Teba y encontrar a quienes han hecho de ese personaje. En Corella al principio nos juntábamos casi clandestinamente, salíamos de los coches corriendo a una bajera y nos encerrábamos, éramos como los cristianos en las catacumbas.
Diario de Noticias
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