jueves, 4 de julio de 2019

MEMORIA, INTIMIDAD E INTRIGA EN EL ÚLTIMO LIBRO DE MAITE SOTA

Maite Sota, médico pediatra de profesión, desarrolla en esta nueva novela temas como la memoria, la guerra desatada en el 36, los vencedores y los vencidos, lo rural, la pérdida, el duelo o el nacimiento, con una mezcla de lo íntimo, lo histórico y lo dramático. Teresa, la protagonista de La soledad de la higuera, trata de reponerse del accidente que le arrebató a su hijo pequeño y a su compañero. Las cartas de amor encontradas en una vieja carpeta familiar le llevan a los años de la guerra y a conocer la historia de su familia, pero también le ofrecen la oportunidad de agarrarse a algo, más allá de la mera supervivencia tras el infortunio.

Esta es la segunda novela que publicas, tras El informe Ulises. En la primera, abordabas el tema de los abusos a menores por parte de la iglesia católica. En esta, tocas diversos temas, tales como la Guerra Civil, la pérdida o la trata de mujeres. ¿Qué nos puedes contar sobre ella?
Suelo aprovechar las novelas para hablar de varios temas que tengan cierta relación entre sí. En El informe Ulises el tema principal era la pederastia en el seno de la iglesia católica, pero tocaba el tema de la violencia en sus diferentes aspectos. En La soledad de la higuera hablo fundamentalmente de memoria: memoria de guerra, de represión, de absurdos, de contradicciones… Y me centré en Navarra porque aquí, aunque no hubo un enfrentamiento bélico, murieron más de 4.000 personas sin que cayera una sola bomba; hubo mucha represión. Hablo de familias que la sufrieron y que, luego tuvieron que ir a luchar por Franco; del amor entre personas de bandos opuestos o del duelo, el dolor por una pérdida y la resurrección de esa situación tan tremenda.

Tratas temas del pasado pero los llevas al presente actual. ¿Por qué?
La guerra es un tema muy potente, pero la historia tan local y familiar que quería contar yo no tenía demasiada envergadura. Necesitaba otra historia. Y por eso pensé que lo de la guerra podía tener alguna conexión con una trama actual en la que una chica se ve sola ante la vida y que tiene mucha dificultad para encararla, aunque sea fuerte. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, como todo lo relacionado con las mujeres me interesa mucho, meto el tema de la trata para denunciar lo que realmente esconde, que es la poca mano que se mete de manera institucional a este gran asunto.

Este libro nace cuando encuentras unas cartas familiares. ¿Qué tenía esa correspondencia que te hizo pensar que ahí había una historia?
Las cartas eran de una sencillez apabullante. Son cartas familiares que se escribían mis abuelos cuando eran jóvenes. Son cartas tan sinceras que muestran cómo, de una forma muy sutil, surge una relación que se va desarrollando. No cuentan grandes cosas ni sentimientos muy profundos, pero en esa sencillez es donde se descubre cómo era la gente hace 80 años, y es que resulta que era gente inocente, a pesar de todo lo que estaban viviendo.

La higuera aparece en las historias pasadas y presentes y, además, tiene mucho más significado del que pueda parecer en un primer momento.....
Aparece desde la primera página. Es el árbol donde tienen el accidente el marido y el hijo de la protagonista, Teresa. Al final, al tratarse de dos historias tan separadas en el tiempo tenían que tener nexos de unión.

¿Por qué lugares pasan los protagonistas de La sombra de la higuera?
Pasan por la Ribera Navarra, Berbinzana, Pamplona, Barcelona y, ya al final, Burdeos. Esos son los escenarios más importantes aunque los personajes también visitan otros sitios, como el Delta del Ebro, donde Teresa y una amiga suya, en la que se apoya constantemente, están hasta en tres ocasiones. Me parecía un lugar muy evocador, porque me permite hablar de los paisajes, los olores, el viento.....

Precisamente, la Ribera Alta te sirve de escenario perfecto para hablar sobre algo que ocurrió en numerosas familias, que es cómo algunos habían sufrido represalias por no apoyar al Régimen y, precisamente para no sufrir consecuencias mayores, tuvieron que luchar junto a él.
Es que fueron momentos muy intentos porque pasaron, en poco tiempo, muchas cosas. En el 36 ganó las elecciones el Frente Popular y en la Ribera navarra se votó mayoritariamente a este partido porque las promesas que hacían a los campesinos eran muy halagüeñas. Después, obviamente, todas esas promesas se fueron al traste. La gran matanza en Navarra ocurrió pocos meses después del golpe militar y mucha gente tuvo que huir, otros fueron encarcelados y los que se salvaban era porque eran "hijos de". Hubo quien fue al fuerte de San Cristóbal y quien directamente fue conducido al paredón, otros lucharon por la República y otros se quedaron en el pueblo porque no les quedó más remedio. En fin, un abanico inmenso de situaciones. El caso es que, en ese abanico, había quienes habían sido encarcelados y después habían tenido que ir a luchar por Franco, para no volver a prisión o, peor, acabar en alguna cuneta. Y qué puede sentir una persona que ha pasado por tantos cambios en muy pocos meses me parecía espeluznante y a la vez muy inquietante. ¿Qué tiene que pasar por su mente? Es lo que intento explicar en la novela; no sé si lo habré conseguido pero, desde luego, lo he intentado.

En la novela aparece un concepto curioso, y al menos para la gente joven, poco conocido: "madrinas de guerra". ¿Qué nos puedes contar sobre estas mujeres?
Eran chicas que sin tener porqué conocer al soldado al que escribían decidían hacerlo simplemente por hacerle más fácil el día a día en la guerra. Y eso es lo que pasó con la pareja protagonista, mis abuelos. Él conocía a un gudari que tenía una foto con dos chicas, mi abuela y su amiga, y se fijó en ella, Teresa. Le pareció muy guapa. Entonces, este gudari le contó lo de las madrinas de guerra, así que mi abuelo le escribió una carta y ella aceptó. La correspondencia entre los soldados y las madrinas, además, era más ágil, ya que a los mandos les convenía que los soldados estuvieran más o menos contentos. Al principio las cartas eran muy escuetas; ella apenas hablaba castellano y aunque él le pedía que le contara más cosas de su vida ella era muy breve y sencilla. Poco a poco se ve cómo esa relación va pasando de ser formal a más familiar. En alguna ocasión, él le menciona el tema del matrimonio, le dice que en su pueblo las chicas se casan muy pronto, pero ella no quiere saber nada. Al menos, hasta que él le convence.

En alguna ocasión has dicho que esta ha sido la novela que más te ha costado escribir. ¿Por qué?
Dejando de lado el tema de la documentación, que me ha llevado muchos meses, me ha costado porque no era libre del todo. Tenía que ser rigurosa con las historias que me habían contado a mí y eso en cierta medida me encorsetaba. Al hablar de personas muy cercanas a mí, de mi familia, me costó dibujarles en carne y hueso, con sus virtudes y sus defectos. Saber que gente extraña iba a saber de los fallos de mis abuelos es duro, pero es que no son dibujos animados, son personas de verdad. Pero no quería que esto fuera una novela de amor porque la historia no fue de color de rosa todo el rato. Fue eso lo que más me costó, ese tiempo de itntrospección, de buscar el lado oscuro de las personas......

Para ir terminando, ¿estás ya inmersa en algún nuevo trabajo?
Yo terminé de escribir esta novela en 2016, así que en todo este tiempo ya he escrito otra con la que estoy bastante emocionada. No tiene nada que ver con lo anterior, aquí exploro todo lo que tiene que ver con la sexualidad femenina, desde una niña que empieza a sentir su cuerpo en la pubertad hasta una mujer de sesenta años que jamás ha tenido un orgasmo.


La Voz de la Merindad

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