En abril de 2016, un vídeo subido a Youtube nos explicaría las claves del bloqueo político que sufriría España tres años después. El programa Otra Vuelta de Tuerka, presentado por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, recibía como invitado a un consultor político al que Iglesias mostraba admiración por su inteligencia. Su nombre: Iván Redondo. Aquel entrevistado que hablaba con pasión sobre la política como una partida de ajedrez de movimientos precisos es hoy el jefe de gabinete del Gobierno de Pedro Sánchez y el encargado de una negociación que, tres años más tarde, vuelve a sentarle frente a Pablo Iglesias. En papeles muy distintos.
En uno de los momentos más interesantes de la entrevista, Redondo explicaba en qué consiste aquello de la política como juego de ajedrez. En política es fundamental, decía, seguir unas pautas. La primera es analizar tu punto de partida. La segunda, definir tus objetivos. La tercera, definir tu estrategia y trazar un plan de acción. La clave en un plan de acción es el calendario, insistía. El tiempo, en política, es lo más importante, subrayaba Iván Redondo como subraya el profesor que da una clase magistral.
Viajemos a la noche del pasado 28 de abril. PSOE y Podemos acaban de ganarle las elecciones generales al Trifachito. Después de meses de crispación, insultos y sobreactuación contra Pedro Sánchez –traidor, presidente ilegítimo, cómplice de los golpistas– pocos dudan a esas horas de la noche que España ha elegido un modelo de país y de hacer política frente a otro. La victoria no es del PSOE, es de la izquierda. No es una victoria suficiente en escaños, pero sí lo es políticamente. Es suficiente políticamente por algo que Iván Redondo se olvida de subrayar como clave durante aquella entrevista del pasado con Iglesias: las expectativas. Uno de los axiomas de la política es que las victorias y las derrotas se miden en función de las expectativas. Y lo de aquella noche era una gran victoria porque las expectativas eran la posibilidad alta de que la derecha más radical ocupase el poder del país de la mano de un partido fascista. Con una gran movilización, se evitó. Se consiguió. La noche del 28 de abril la derecha estaba herida. La estrategia de incendiar España para ganar España había fracasado. Con las expectativas de frenar a la ultraderecha satisfechas, nacía una nueva etapa. El futuro estaba en manos de un entendimiento PSOE-Podemos que iba a producirse sí o sí porque no quedaba otra. Nadie excepto, claro está, un experto en asesinar expectativas podía pensar lo contrario.
En otro momento de la entrevista de 2016, Iglesias y Redondo hablan apasionadamente sobre series de televisión. Hacen un repaso de cuáles son las que mejor nos explican la política. Entran al detalle. Para Pablo Iglesias, House of Cards sería una serie peligrosa en las facultades de política. Hay muy poco espacio para el proyecto moral. No hay proyecto político, sólo hay ambición personal, señala, pero Iván Redondo no está de acuerdo. Según él, House of Cards sí debería ser una asignatura obligatoria en las facultades de Ciencias Políticas. Si quieres ver el gobierno ideal vete a El Ala Oeste de la Casa Blanca, pero si quieres ver el gobierno posible y la realidad de lo que puede llegar a pasar entre pasillos, vete a House of Cards, quitando toda la parte de asesinatos, claro está, puntualizaba Redondo. Claro, claro, hay que quitar la parte de los asesinatos, compartía Iglesias.
La mañana posterior a las elecciones generales, desayunábamos con un intento de asesinato. Las expectativas de un nuevo tiempo político habían amanecido con un disparo en la sien. La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, se presentaba en una entrevista de radio sin calculadora y anunciaba que el PSOE tenía la intención de gobernar en solitario, sin que los números saliesen. Lo hacía sólo horas después de que el recuento de urnas se cerrase. Sin tiempo de consultar a los órganos del PSOE, sin tiempo de una primera reunión de tanteo con Podemos, sin tiempo para nada. La clave en un plan de acción es manejar el calendario. El tiempo, en política, es lo más importante. Aquella ilusión estaba en la UCI antes de poder dar sus primeros pasos.
Desde aquella mañana posterior a las elecciones hasta hoy, la posición del PSOE liderado en la negociación por un Iván Redondo en la sombra no se ha movido del mismo sitio: exigir gobernar en solitario sin tener los números para hacerlo. Es decir, pedir un imposible. Dando por hecho que un tipo tan inteligente como Redondo sabe de cifras y calculadoras, sólo queda hacerle caso y entender este movimiento como una jugada de ajedrez. ¿Cuál es ese objetivo que tiene el PSOE de Pedro Sánchez y cuáles son las estrategias y el plan de acción para lograrlo? Si el objetivo del PSOE fuese conformar un Gobierno de izquierdas para España, parecería claro que el plan de acción y la estrategia no pasarían por despreciar a la otra formación de izquierdas a la que necesitas para que ese Gobierno se conforme. Si creemos en la meticulosidad de Redondo sobre el tablero, tenemos que entender que la estrategia que vemos nos despeja la incógnita del objetivo. Un objetivo que no parece diferente del de PP, C’s o Vox: mantener a Podemos lejos del poder.
Mientras la militancia del PSOE gritaba a las puertas de Ferraz “con Rivera no”, alguien dentro de la sede susurraba “con Iglesias, no” y ese susurro se ha convertido en atronador. Si el PSOE de Iván Redondo trabajando a la sombra no mueve su postura, no existirá el Gobierno de izquierdas que aquel día se votó. Si el IBEX no consigue que C’s mueva la suya para apoyar al PSOE y salvar una vez más a España de sí misma, ni siquiera habrá un Gobierno. Habría que volver a votar. Llegados a ese punto, suponemos que Iván Redondo tendrá la jugada preparada. Una jugada que, quién sabe, igual no cuenta con un factor que, a veces, es más importante en política que el tiempo: la memoria.
Gerardo Tecé, en CTXT
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