Parece evidente que la subsistencia de un medio de comunicación depende de los lectores que conozcan su lengua. Esta premisa tan básica, sin embargo, se convierte en todo un reto si dicho idioma es una lengua minoritaria o minorizada. Ayer por la mañana, se celebró en Pamplona el centenario del medio íntegro en euskera Argia, un claro ejemplo de éxito de la valiente apuesta que los frailes Dámaso Intza y Buenabentura hicieron por la revista original, Zeruko Argia, en el monasterio de los Capuchinos de Pamplona, en 1919.
La jornada de ayer comenzó con un homenaje a los fundadores en el que el periodista y filólogo vasco Iñaki Kamino Lertxundi recordó su entrevista al padre Dámaso, en 1986. A continuación, los presentes se dirigieron al Casco Viejo de Pamplona.La idea del acto, según los organizadores, era recorrer las calles de Iruñea, “ciudad clave para el euskera y para la nación”. También se quiso reivindicar la importancia de Zeruko Argia como precursora de Argia, que surgió dos años más tarde en Donostia.
Con el euskera como eje, la revista “trata de cubrir las diferentes realidades de Euskal Herria”, asegura su última directora, Estitxu Eizagirre Kerejeta. Hoy en día, la revista no tiene jefes o jefas. Fue la propia Eizagirre quien propuso, hace un mes, eliminar las escalas dentro de la empresa, formada por 25 trabajadoras y trabajadores. La periodista afirma que esta decisión va “en consonancia con los valores” sobre los que se asienta la línea editorial de Argia. “Los y las trabajadoras somos las dueñas, lo que nos da mucha libertad. Nuestro medio de comunicación no rinde cuentas ante partidos ni empresas financieras. Decidimos hacer un medio basado en el feminismo, la ecología, la sostenibilidad, el reparto de la riqueza, etc”, explicó Eizagirre.
El colaborador de la revista Iván Giménez Gil opina que “sus distintivos son la profundidad, la honestidad y la militancia”. En este sentido, Giménez coincide con Eizagirre en que definir unos principios de izquierdas es un plus ante lo que consideran una neutralidad basada en “considerar objetivo lo que cada medio opina”.
Para llegar a esta línea de pensamiento, Argia ha tenido que pasar por varias fases y adaptarse a los tiempos. En 1919, Zeruko Argia nació en el seno de la Iglesia y, hasta los ochenta, “mantenerse en ese entorno fue lo que le hizo subsistir”, opina el periodista Mikel Asurmendi.En la transición, “surgieron muchos medios bilingües, con la intención de evolucionar hacia un mayor protagonismo del euskera”. Argia, con más experiencia en este sentido, “continuó en euskera y creó el periódico Euskaldunon Egunkaria,mientras otros se quedaron por el camino”, recuerda Asurmendi. Este redactor de la revista cree que el salto a la web también fue un “momento clave” en la historia del medio: “Ser pioneros en internet nos dio a conocer entre el público más joven”, asegura. Además, observa que se han “alejado de intereses partidistas y enfoques políticos para centrarse en lo social”.
Se podría decir que ha llovido mucho desde la creación de Zeruko Argia. Lo cierto es que tanto la vieja revista como el euskera han tenido que aguantar todo tipo de tempestades desde que Buenabentura y Dámaso Intza la fundaron. Ayer, en el mismo lugar donde nació este medio, el cielo estaba raso. ¿Qué mejor que el nombre que le pusieron los frailes a la revista para darle la vuelta al tópico de la lluvia y decir que se hizo la luz? Zeruko Argia, alegia.
Mikel Urabayen, en Diario de Noticias
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