Ni la cultura, ni el idioma, ni la condición social, ni tan siquiera la edad han sido un obstáculo para Las Conversadoras de Falces, un grupo de vecinas de la localidad ribera que desde hace tres años colabora de forma desinteresada en un proyecto de integración de las mujeres marroquíes.
Se trata de una iniciativa que nació en el seno de la Mancomunidad de Servicios Sociales de la zona, en concreto, de la mano de la educadora social Maite Igúzquiza. “Un día en clase de castellano para adultos, hablando con Mª José Cortés, directora del colegio, nos dimos cuenta de que había muchas mujeres y madres que no hablaban nada y que no entendían lo que decíamos. A partir de ahí, decidimos contactar con quince mujeres de Falces para proponerles la idea de organizar, un día por semana, reuniones y quedadas para hablar, conversar y convivir”.
En concreto, formaron cinco grupos en los que había dos mujeres falcesinas con tres o cuatro marroquíes, una de ellas con cierta noción del castellano para ejercer de intérprete. Ahora, y tras la buena acogida, hay ocho grupos con más de 40 mujeres implicadas.
Ellas mismas son las que se organizan, quedan y gestionan sus sesiones. Normalmente se reúnen un día a la semana durante una hora y, en ocasiones con un café de por medio, abordan temas que surgen sobre la marcha. Además, hay veces que utilizan material didáctico para aprender mejor las letras, expresiones u objetos.
“Fue algo novedoso, no sabíamos hacia dónde íbamos ni tan siquiera si iba a funcionar. El coste económico del proyecto es cero, lo importante son los recursos humanos y el resultado es muy satisfactorio”, exponía Igúzquiza.
La mayoría de las marroquíes, mujeres de entre 20 y 40 años, aspiran a encontrar trabajo y para ello es vital conocer la lengua. Aunque algunas ya trabajan en el servicio doméstico les gustaría perfeccionar el idioma para sentirse más cómodas y para sortear con mayor facilidad los obstáculos del día a día.
BENEFICIO MUTUO Aunque puede parecer que la iniciativa favorece o beneficia solo al grupo de mujeres marroquíes, lo cierto es que las falcesinas aseguran que “es una recompensa muy grande a nivel humano ver cómo ellas se entienden y se integran”.
Gloria Olcoz es una de las vecinas del municipio ribero que lleva involucrada en el proyecto desde el principio. “Nos llamaron para comentarnos la idea y nos pareció muy interesante. Es una forma de ayudarlas a ser más libres. La verdad es que ahora nos consideramos un grupo de amigas, nos entendemos y es muy satisfactorio.
Aunque reconocía que hay veces en las que surgen dificultades, insistía en que “no hay mayor problema. De una forma o de otra nos hacemos entender y hay muy buen ambiente. Desde luego, algo que parecía impensable en un primer momento, ha resultado ser un éxito”.
Por otro lado, Margari Martínez aseguraba que cuando se sumergió en esta aventura no era muy optimista y no estaba segura de que fuera a dar sus frutos. “Ha sido todo un éxito, me quedo con las mujeres que he conocido. Somos un grupo de amigas y nos tenemos mucho cariño. Hablamos de cualquier cosa, incluso de temas muy íntimos, porque sabemos que lo que nos contamos no sale de aquí. Es una alegría compartir estos ratos”, afirmaba.
Junto a ella también estaban Angelines Añorbe, Flor Goñi o Gloria Mendívil, que afirmaba que “nos hemos dado cuenta de que a veces tienes unas ideas preconcebidas sobre la gente o sobre las culturas que no se corresponden con la realidad. Descubres el día a día de personas con vidas y situaciones muy diferentes y te abre mucho la mente”.
Por su parte, las vecinas marroquíes, algunas de ellas con niños pequeños, no pretenden perder su cultura, sino adaptarse a la de aquí para poder tener más libertad. Como Sana Lahlali, que lleva 10 años en Falces y reconocía que le gustan mucho las reuniones porque “antes íbamos cada una por nuestro lado y ahora he hecho relaciones importantes”.
Hakima Belkasem, en el municipio ribero desde hace 6 años y con un castellano muy fluido, apuntaba que “estoy muy contenta, ahora puedo ir al médico o a hacer la compra sola”.
Y también están encantadas Fatima Cherrabi, una de las más jóvenes que participa en las tertulias junto a su madre y su tía, y Dina Chawki, que lleva en Falces un año y 8 meses. “Me gusta el pueblo, es pequeño y acogedor. Me gustaría que organizaran cursos para aprender a hablar más castellano. Queremos escribir y hablar bien para poder trabajar. Tenemos una independencia que antes era imposible”.
De acuerdo con Igúzquiza, cada vez están llegando más familias a la zona y, gracias al boca a boca, muchas más personas quieren implicarse. En Falces, reiteraba, existe una colaboración y una participación desinteresada que no se ve en muchos otros sitios. Ahora, acaban de poner en marcha este mismo proyecto en Marcilla con un solo grupo.
María San Gil, en Diario de Noticias
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