Pareciera que el ayuntamiento se haya convertido en una casa donde, como dice el Mestre, ese poeta de las cunetas, los cardenales negros sacrifican papagayos a la voz del diluvio. Y es que cuando una decisión como la de Asirón, de apartar del equipo de gobierno a dos de los partidos que soportan el cuatripartito, IE y Aranzadi, nos pilla de sorpresa, algo va mal en la comunicación entre la clase política y la ciudadanía. Muy mal.
Oigo al alcalde y le entiendo, oigo a la concejala Egino y le entiendo. Y quizás mañana entienda a la gente de Aranzadi. Y esto sin ir de equidistante. Porque nada hay más insoportable que mostrarse de perfil o abusar del lugar común. Pero oyendo a todos ellos, y más allá del exigente guión de la rueda de prensa, sabes que en medio hay un lodazal insoportable, una manera de entender la ciudad y su gestión política a años luz unos de otros. Y más aún, en medio hay egos que se han ido haciendo insoportables. Algo para hacérselo mirar si te dedicas a esto llamado política.
Dudo que entre IE, Aranzadi y Bildu, puestos a debatir radicalmente, haya más diferencias que coincidencias.Pero no dudo que sus maneras de gestionar esas diferencias y coincidencias, son radicalmente diferentes. Y es que sus trayectorias sociales, sus currículos y su biografía histórico-política son muy distantes. Y más, cada uno de ellos es rehén de las hipotecas contraídas con sus votantes, con sus amigos, con sus cercanos, con sus redes, con sus fieles. Y eso dificulta, y mucho, para hacer gestión política de ciudad y generar un modelo de ciudad común. Incluso con la ciudad de aquellos con los que no queremos saber nada. Porque estamos en las antípodas de su manera de entender la vida. Y sí, se puede y se debe disentir. Para seguir construyendo izquierda. Pero no se puede confundir a tus adversarios políticos.
Lo dijo Egino hace poco, que no había que reproducir un ayuntamiento que gestionase cuatro ciudades. Quizás la clave de esta crisis haya que buscarla en eso, en que la ciudad se ha repartido en cuatro trozos de poder, de influencia y de gestión. Y cada trozo olvida, por las razones que sean, que forma parte de un proyecto común. Un todo que requiere y exige una esfuerzo por construir ese nuevo modelo de ciudad que, por mucho que se diga, está por discutir. Y nadie dijo que esto fuera fácil.
En el fondo, esta crisis es un poco la crisis de sus gobernantes, de sus maneras de gestionar la ciudad. Y también de las maneras de gestionar sus propios egos.
Aunque quizás, a esto ustedes no le den importancia. Pero UPN está atento. Porque a semejanza del chacal se orienta oliendo el rastro de la carroña.
Paco Roda, en su página de Facebook
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