miércoles, 27 de junio de 2018

SOBRE LA MANIFESTACIÓN CONTRA EL EUSKARA

Siguiendo la trayectoria iniciada el año pasado con la manifestación  por la “defensa de la bandera de navarra”, que según sus organizadores estaba en peligro para estupor (y añadiría que cachondeo generalizado) de la inmensa mayoría de los navarros/as, este año el numerito-manifestación ha sido el euskara, contra el que, y con la excusa de los pasos que está dando el gobierno cuatripartito de cara a su “normalización”, han organizado de forma descarada y sin tapujos (por mucho que lo hayan intentado maquillar) una manifestación  en contra del idioma originario de Navarra.
    Pero “normalizar” (volver una cosa a su estado o situación normal), no es una palabra que se pueda utilizar para “soliviantar” a la gente, así que los ínclitos organizadores la han sustituido por “imponer”, que tiene un significado mucho más rotundo, aunque cuando uno ingenuamente pregunta que dónde se está imponiendo el euskara, se da la callada por respuesta, pues no hay respuesta. Sería como decir que el ser médico o enfermera se “impone” para trabajar en un hospital, donde la norma lo exige por razones obvias, de la misma manera que si alguien trabajando en la administración va a tener que tratar con personas que hablan euskara lo normal es que tenga que saber el idioma. Lo anormal ha sido la situación que hemos tenido hasta ahora.

    Los organizadores
    Si por ellos fuese, no merecería la pena hacer más comentarios, pues el cúmulo de mentiras, verdades a medias (que muchas veces son peor que las mentiras), idioteces y simplezas que se desmontan por sí solas a la vista está que no han calado en la población (de hecho la manifestación ha tenido muchos menos asistentes que el año pasado), y el entrarles al trapo supondría darles cierta cancha que en absoluto se la merecen. Como botón de muestra todo el mundo sabe que el número de euskaldunas en Navarra es bastante superior al 20% y sigue subiendo, pero se han agarrado al mantra del 7%, aunque ya nadie ni les rebate: no merece la pena.
    Estos ínclitos organizadores se supone que conocen (o deberían de conocer) los porqués del gran retroceso del euskara en Navarra. 
    Deberían de saber la prohibición de publicar libros en euskara a partir de mediados del siglo XVIII (en Navarra se habían publicado con anterioridad bastantes de carácter religioso), las prohibiciones y amenazas de expulsión del cuerpo docente a partir del siglo XIX, a los maestros que intentaban enseñar en el idioma propio, al ver la gran pérdida que se estaba produciendo. 
    Las palizas a los niños hasta no hace tantos años por hablar en euskara, como me comentaba un padre de la Ulzama, que al venir a hablar conmigo por ser tutor de su hijo en el modelo D, al preguntarle si quería que hablásemos en euskara o castellano (como preguntaba a todos/as) me respondió:” Yo nací euskalduna, pero me dieron tantas palizas en la escuela por hablar en vasco, que al final casi me hicieron olvidarlo, así que hablemos en castellano”. 
    La postura de la Iglesia, que a partir de principios del siglo XIX dejó de enviar sacerdotes que conociesen el idioma propio a los pueblos euskaldunas, a pesar de las muchas quejas vecinales como está bien documentado.
    Pero dicho esto, en la manifestación había personas a las que lo de la “imposición” les sonaba a palabra fuerte, y aunque nunca les han discriminado por no saber euskara (como a ninguna otra persona),  pues pensaron que había que acudir. Esto me recuerda como cuando a principios de los 80 en mi pueblo, Carcastillo, aparecieron unos panfletos en los que literalmente ponían en alerta a los riberos, pues querían implantar (no se sabía quién) el euskara y hacerles olvidar el castellano, y entonces ¿Cómo se iban a entender con sus vecinos?. Algo esperpéntico. Estas personas, si que tienen derecho a que se les aclaren algunas cosas, y hacia ellas va dirigido este artículo.
      
    El euskara en Navarra
    El euskara en Navarra al parecer goza de buena salud hasta el siglo XVIII. Ya había sufrido pérdidas por el conocido como efecto diglosia (retroceso más o menos patente de un idioma ante la presencia de otro más hablado y fuerte), pero era la lengua que aglutinaba a todos los navarros, incluso en zonas donde ya no era muy utilizado pues siempre había euskaldunas en la zona, y la gran mayoría de ellos no conocía otro idioma. El cronista del reino Padre Moret, hacia mediados del siglo XVII decía sobre el euskara (cito de memoria), que: “…algunos pueblos con el largo comercio con los fronterizos lo han perdido, otros lo hablan promiscuamente con el castellano, y la montaña lo retiene como única lengua”. En aquél tiempo la postura de la Iglesia era enseñar la doctrina en el idioma del lugar, y según documento encontrado en Vitoria-Gazteiz (1580) en esa época el 95% de los pueblos de Navarra eran vascongados (es decir no sabían castellano).
     Con el rey borbón Carlos III (segunda mitad siglo XVIII), la situación cambia. Siguiendo las directrices de los nuevos estados modernos que se van configurando (un idioma, una administración, un ejército), se impone la enseñanza obligatoria del castellano, que trae aparejada la pérdida (también obligatoria) del idioma propio, en este caso el euskara. En aquélla época Navarra no cumplía ninguna de las tres condiciones mencionadas (tenía ejercito propio, administración propia e idioma propio), aunque ya perdido en algunas zonas). La desaparición del reino de Navarra coincidirá con un gran retroceso del idioma (en lo que seguramente tuvo mucho que ver las tres guerras carlistas), aunque todavía a principios del siglo XX, un euskalduna que no supiese castellano (es decir muchísimos navarros), no tenía ningún problema para manejarse en Iruña-Pamplona. (Según uno de los organizadores de la manifestación en Pamplona el euskara había desaparecido a principios de 1700: otra de sus ocurrencias!!!). 
    Durante el siglo XX el  idioma sigue retrocediendo ante la pasividad y dejadez oficial, acrecentada con los duros años del franquismo, y no será hasta 1982 que se den los primeros pasos para, a través de la ley del vascuence (sic), introducir el euskara en la enseñanza pública. Por cierto hasta entonces, los padres que querían que sus hijos recibiesen la enseñanza en euskara debían pagarla de su bolsillo (Ikastolas), siendo una discriminación descarada pues pagaban sus impuestos como cualquier otra persona y tenían derecho a recibir enseñanza gratuita en su idioma si así lo deseaban (digo esto por todas las tonterías que se escuchan sobre privilegios al euskara). Sin embargo esta ley, y debido a la correlación de fuerzas existentes nació con un gran handicap: se nos dividió a los navarros/as en tres categorías: los de la zona vascófona, mixta y no vascófona, con lo cual difícilmente (y desde este punto de vista) se puede normalizar el idioma. Incluso, mientras en el modelo D se daba la asignatura de lengua castellana, en el A no se daba la asignatura de lengua vasca (supongo para que no se contaminasen), discriminando de nuevo a los navarros/as según su idioma.
    Incluso los criterios de la zonificación no tenían ningún sentido desde el punto de vista ni lingüístico ni social, sobre todo teniendo en cuenta el enorme retroceso de la lengua por motivos político-represivos, y unido con esto el interés de grandes sectores de la población por volver a recuperarlo. Los idiomas no son una foto fija, y si la ley, por poner un ejemplo, se hubiese hecho 100 años antes, la zona vascófona (según el criterio de esa derechona que fundamentalmente hizo la ley) habría llegado hasta cerca de Tafalla.

    El sistema educativo
    Se suele decir que la educación, el sistema educativo, es una inversión de cara al futuro: empiezan de niños/as, y cuando llegan a cierta edad comienzan a trabajar y a utilizar los conocimientos previamente adquiridos, revertiendo en la sociedad lo que ésta invirtió en ellos/as.
    Cuando se impuso la enseñanza obligatoria (en castellano por supuesto) a finales del siglo XVIII, más de la mitad de los navarros/as eran  euskaldunas, y un porcentaje altísimo no sabía castellano. Sin embargo absolutamente nada de dinero público se invirtió en el idioma propio de Navarra (más bien se intentó destruir a cualquier precio), y así continuó la anómala situación hasta 1.982. Es decir dos siglos en los que el idioma originario fue arrinconado, vejado y maltratado, sin tener el más mínimo apoyo oficial, más bien al contrario, y sin invertir absolutamente nada en su enseñanza. 
    Si no se hubiese introducido en la enseñanza pública el euskara, es posible que en un par de generaciones habría desaparecido, tal como por desgracia está ocurriendo en la Baja Navarra (estado francés), donde al estar marginado de la enseñanza pública está retrocediendo a gran velocidad. 
    De cara a normalizar el euskara y sobre todo su enseñanza, todo estaba por hacer, y es normal (lo dice el sentido común) que muchas veces tendrán que salir plazas en las que el porcentaje en euskara (que no lo olvidemos también saben castellano), sea mayor que las de castellano, estemos hablando de la enseñanza, de la administración, del sistema sanitario etc.
    Ante todo esto hay otro mantra que suelen repetir constantemente, y es respetar el derecho de los padres a elegir el modelo educativo que prefieran para sus hijos, pero esto en cierto modo es erróneo. El derecho a respetar es el de los niños/hijos, que como son pequeños son los padres los que hacen la elección, y se supone debieran de escoger lo mejor para ellos, independientemente de sus fobias. En Bizkaia ya ha habido varios jóvenes que les han afeado a sus padres que en su momento no les dejasen aprender euskara (los mandaban a colegios en Castro Urdiales o Laredo, Santander), y ahora tienen problemas para acceder a ciertos puestos de trabajo. Yo por ejemplo, como euskalduna que soy (mis esfuerzos me costó aprender el idioma de mayor) he estado en la enseñanza y he podido impartir clases de euskara y castellano a la vez y en el mismo centro, saliéndole por supuesto mucho más barato a la administración que si hubiese tenido que contratar dos profesores: es algo tan obvio que no merece discutirlo.
    En este aspecto está casi todo por hacer en cantidad de campos, y es lo que se trata de corregir. Se habla hasta la saciedad del mantra del inglés, pero en los hospitales lo que se necesita es personal que domine el euskara (y si también sabe inglés estupendo), para poder hablar con muchos pacientes y en la administración ocurre otro tanto. Personalmente puedo-suelo hablar inglés en Sanfermines y no suelo tener muchas más oportunidades al cabo del año. Sin embargo el euskara, a pesar de vivir en la ribera, lo utilizo bastante a menudo. Esta es la realidad de Navarra.

    Derecho a manifestarse
    Pueden hace las manifestaciones que quieran: faltaría más, y también pueden reivindicar que en Navarra desaparezca el euskara y que se hable solo castellano o ruso o inglés o el que les de la gana, pero lo que no tienen derecho y supone un cinismo y una hipocresía impresionante, es hacerlo en nombre de la Navarra de siempre, que ha visto como su idioma originario era marginado y arrinconado por imposiciones ajenas y sus hablantes poco menos que considerados como extranjeros en su propia tierra. Claro que de hacerlo así sus propuestas apenas iban a tener seguidores. En los sectores más retrógrados y reaccionarios de esa derecha pseudonavarrista existe el concepto de que los navarros/as euskaldunas, no son navarros de pedigrí. Para ese sector la relación sería que, cuanto menos idiomas hablas (es decir solo castellano aunque sea mal) y más inculto y bruto eres, más navarro también eres. Los navarros/as euskaldunas son navarros pero no tanto. Es el mundo al revés. Increíble pero cierto.
     
    La zonificación
    Probablemente es una de las leyes que más daño sigue causando a la “normalización” de Navarra, y todo hay que decirlo, el PSN  con su cambio de 180 grados en su política respecto al euskara y su adhesión a las tesis más reaccionarias respecto a la lengua originaria de Navarra, permitió que esta impresentable ley según la cual los navarros/as fuimos catalogados en 3 diferentes categorías (zona vascófona, mixta y no vascófona) saliese adelante, con el consiguiente perjuicio y agravios comparativos que ha causado y sigue causando. Todo alrededor de ella son parches, como la legislación especial para que las ikastolas en su momento pudiesen tener cobertura legal en la zona no-vascófona, ahora implantación del modelo D en toda Navarra etc. Pero lo único que acabará con todo ese confusionismo es la desaparición de la zonificación, y considerar a todos los navarros/as iguales ante la posibilidad de aprender o no aprender euskara.
    Para que la recuperación y normalización de un idioma originario, en este caso el euskara, pueda ser efectiva, la normativa debe ser aplicable en una unidad socio-político-administrativa perse. Navarra lo es, pero en absoluto lo son las 3 zonas mencionadas. ¿Un navarro/a que viva en la zona vascófona, si se pone enfermo y debe ir al hospital, ya no tiene derecho a que le atiendan en su idioma? ¿Y si quiere continuar estudios en Iruña-Pamplona tampoco? Y los navarros/as euskaldunas desperdigados por toda Navarra tampoco tienen ningún derecho lingüístico reconocido ante la administración? Se suele argumentar (por suerte cada vez menos),  que en algunas zonas de Navarra el euskara nunca se ha hablado (lo cual no parece ser cierto), e incluso aunque hubiese sido cierto eso (que nunca se ha hablado en ciertas zonas), qué menos que en aras de la convivencia se permita al que quiera de esas zonas, que lo aprenda y lo pueda utilizar. Y repito al que quiera, pues no es de recibo (ni debió de ser en su momento) hacer lo que desde la administración se hizo con el castellano: imponerlo muchas veces de manera brutal, y prohibir el euskara.
    Se trata ni más ni menos de, en este tema, llegar a la situación de la Comunidad Autónoma Vasca, donde el euskara y el castellano son oficiales, y está perfectamente asimilado por la población. (Otra cosa es si los resultados son los esperados). Curiosamente en las Encartaciones de Bizkaia sí que hay una zona, la lindante con Cantabria, que al parecer nunca habló euskara, pero en aras de la convivencia la población que lo desee tiene la opción de aprenderlo, y no pasa absolutamente nada.
    En la Comunidad Autónoma de Valencia, también existe una zona donde el valenciano (al fin y al cabo catalán), nunca se habló (por el tipo de repoblamiento desde el Reino de Aragón) , pero eso no fue óbice para que incluso el PP reconociese la oficialidad del idioma en toda la Comunidad.

   Conclusión
    Por lo demás poco más que añadir a ese circo mediático organizado. A este paso vamos a ver organizar manifestaciones (otra cosa es que la gente acuda) contra la “imposición” de que por ejemplo para trabajar en el hospital en ciertos puestos se exija ser médico o enfermera, pues discrimina a los que no son ni médicos ni enfermeras. Se suele decir que por la boca muere el pez, ya que ni siquiera se les ocurrió preparar mejor el discurso o los eslóganes. ¿Cómo se puede ser tan cortico para decir que: “…el euskara ni se necesita ni se usa tanto” o que “…favorecer a los euskaldunes equivale a discriminar a los castellanohablantes”, sin darse cuenta que también los euskaldunes son castellanohablantes? Esto sería igual a que un ingeniero que además es economista no pueda presentarse a plazas en las que exijan ambas calificaciones y tenga que optar a una sola de ellas. El euskalduna además habla castellano (muchas veces también inglés y otros idiomas), y es de cajón que esto le de más opciones. El que no quiera aprender euskara que no lo aprenda, pero que luego no pretenda tener privilegios (acceso a ciertos puestos en los que se necesita el idioma) que no le corresponden, pues con ello estaría conculcando los derechos de otro navarros/as que tienen el derecho a que les atiendan en euskara. Es algo de una lógica aplastante, que al parecer no quieren entender (o no les interesa entender) a algunos/as (por suerte cada vez menos) en este rincón del mundo.
    En realidad el tema del euskara y su normalización debería de haber estado resuelto hace ya muchos años, pero al parecer es el fantasma que les queda a la derechona (junto con algún otro que no viene al caso), y que de vez en cuando hay que agitar para desviar la atención de los desmanes de su gobernanza anterior, en que consideraban a Navarra como si hubiese sido un cortijo de su propiedad exclusiva.
    Concretamente la señora esa, de cuyo nombre no quiero acordarme, no tiene ningún otro discurso, y ahí están PPN, UPN, y ahora el Cs, devorándose entre sí y compitiendo a ver quién la tiene más larga (la bandera claro), fundamentalmente la española.
    Y como consecuencia a ese otro señor, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, le están obligando a ser más español que nadie, y seguramente habrá muchos en su partido que estén un poco avergonzados de su comportamiento a veces tan poco navarro (dejémoslo ahí).
    Otra cuestión es la actitud del PSN, que se ha deslizado desde las declaraciones del primer presidente del gobierno foral después de Franco, Gabriel Urralburu, que decía:”…Navarra no se entiende sin el resto del Pais Vasco, y el Pais Vasco no se entiende sin Navarra”, a ser un fiel seguidor de esa derecha reaccionaria de Navarra, y que debido a ese seguimiento ha impedido que el tema del euskara estuviese ya solucionado hace tiempo. 
.   Por mi parte y para terminar, animarles a los organizadores de estas esperpénticas manifestaciones a hacer otra el año que viene, pues creo que son muy didácticas de cara a la ciudadanía. Con su torpeza, mentiras, marrullerías etc están dejando muy claro quién es quién en el panorama político navarro. Temas no les van a faltar pero por si acaso les voy a sugerir un par: que ya no se bebe tanto patxarán (una bebida tan del país) en Navarra, o que ya no se cantan tantas jotas como antes. No sé cómo, pero seguro que el gobierno cuatripartito ha tenido algo que ver en esto.

                                                          Desde China, un Ribero
                                                                      Josela

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