sábado, 9 de diciembre de 2017

¿Y SI LOS QUIOSCOS DEJARAN DE VENDER EL PAÍS Y EL MUNDO ANTES DE LO QUE USTED PIENSA?

Pocas cosas son tan traicioneras como la falsa creencia en que uno es más poderoso de lo que realmente es. Los editores de prensa deben conocer bien esa sensación.
Hace unas semanas, un grupo de directivos de periódicos viajó a Estados Unidos para observar lo que se mueve en las sedes de Facebook y Google; y en alguna que otra redacción. La expedición eligió como destino un país en el que Donald Trump ganó las elecciones con una gran parte de los medios de comunicación en su contra. Es decir, un lugar en el que se certificó que las empresas periodísticas tienen actualmente una menor influencia sobre la opinión pública que algunos de sus nuevos competidores. Sus responsables son conscientes de esta circunstancia o, al menos, la intuyen. Como en ocasiones precedentes, reconocerán demasiado tarde que tienen un grave problema.
Los editores de prensa cruzaron el Atlántico porque están desconcertados ante el chaparrón que cae desde hace un tiempo sobre sus negocios. La revolución digital vino acompañada de nuevas oportunidades, pero incluía una trampa oculta que ha roto sus esquemas: en internet, obtener ingresos cuesta Dios y ayuda. Entre otras cosas, porque existe una mayor competencia, tanto de medios de comunicación como de plataformas sociales y empresas del sector del entretenimiento.
Los periódicos tradicionales compiten actualmente con un nutrido grupo de diarios digitales que se llevan una parte significativa de la inversión publicitaria. También con otros rivales, más fuertes y presentes en decenas de países, a los que los anunciantes destinan importantes cantidades de dinero. No es un porcentaje menor. En 10 años, la inversión en medios ha mermado un 40%.
Según Zenith, en 2016 sólo Google y Facebook acapararon el 20% del dinero que desembolsaron las empresas para publicitarse. Ese porcentaje fue 9 puntos mayor que en 2012.

El frenazo en internet
Hasta ahora, la evolución de los negocios digitales de las principales empresas de prensa invitaba al optimismo. El producto escrito se desangraba y las ediciones en internet no obtenían los ingresos suficientes para compensar esas pérdidas, pero al menos existía la esperanza de que, a medio plazo, la balanza podría equilibrarse.
El problema es que el negocio en la Red ha aumentado últimamente a un ritmo mucho menor, lo que ha causado cierta inquietud en los grupos mediáticos. Entre enero y septiembre, en la división de prensa de Prisa se incrementó el 3,3%, mientras que en Vocento, el 2%. Fuentes de los editores reconocen que existe preocupación por la ralentización del crecimiento en internet, aunque niegan que todavía sea motivo de alarma.
Sobre la salud del papel, los datos hablan por sí solos. En 2007, la prensa empleó 848.000 toneladas de papel, mientras que, 2015, 294.000, según los datos del Libro Blanco de la patronal del sector (AMI). En este tiempo, una buena parte de estos medios ha clausurado sus rotativas o externalizado el servicio. La última noticia a este respecto se publicaba esta semana -la adelantaba El Español-: Prisa y Vocento llegaban a un acuerdo para que El País, As y Cinco Días se impriman a partir de ahora en las rotativas de la editora de ABC. De aquí también saldrá una parte de la tirada de La Vanguardia, Mundo Deportivo y La Voz de Galicia.
La crisis de este sector ha repercutido en sus distribuidores. Mientras en 2010 existían en España 28.089 puntos de venta de prensa, a finales de 2016 quedaban 22.367, En este tiempo, han dejado de distribuir periódicos (o cerrado) 430 quioscos, 1.614 librerías y papelerías; 150 gasolineras y estaciones de servicio, 29 edificios de usos públicos y 23 estaciones de viajeros, según datos de la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE).
La propia patronal de la prensa reconocía en una publicación realizada hace unos meses que los periódicos sólo son el medio de referencia del 5% de la población, frente al 33% de la televisión y el 21% de la prensa digital.

Ventas a la baja
Esta cruda realidad se ha puesto de manifiesto durante la crisis catalana. El pasado octubre, la audiencia de las cabeceras digitales creció ostensiblemente, según ComScore (28% La Vanguardia sites, 19,8% El País sites, 20,2% El Mundo sites...), pero las ventas de los principales diarios volvieron a caer. Las de El País descendieron el 13,2% durante el décimo mes del año, las de El Mundo, el 7,6%; las de La Vanguardia, el 12,78%, las de El Periódico de Catalunya, el 15,7% y las de ABC, el 8%. La Razón fue la excepción, pues mejoró el 13,52% en este sentido. Sus competidores lo achacan a su “agresiva” política de promociones. Sus responsables siempre han restado importancia a este factor.
Durante la crisis más grave a la que se ha enfrentado la democracia española durante las últimas décadas, la audiencia de TV3 se disparó (17,5 en octubre, 13,8 en noviembre), la de LaSexta aumentó considerablemente (9% octubre, 7,5% noviembre) y la de la prensa digital mejoró por encima de los dos dígitos. Los seis principales periódicos de España perdieron 29.737 ejemplares en difusión y 29.619 en ventas.
En 2007, entre El País, El Mundo, ABC y La Razón lanzaban a diario 1,15 millones de periódicos. Actualmente, entre los cuatro suman 436.000. Hace 10 años, la tirada media de  El País era de 435.000.
Resulta llamativo, a tenor de estos datos, que en España no se hayan producido fusiones de prensa ni haya desaparecido alguna de las grandes cabeceras. Según la consultora i2P, este sector ingresó en 2007 casi 2.000 millones de euros por parte de los anunciantes. Es decir, un 75% más de lo que facturará en 2017.
Sobre la mesa cada vez hay menos comida, pero la familia ha aumentado sin parar en la última década. Antes, los alimentos se los repartían los de siempre. Ahora, los platos se reciben sin la gran ración que les corresponde a Google, Facebook y compañía; y se dividen en muchas más partes, dado que existen muchos nuevos competidores.

¿Qué pasará con los editores?
Predecir el futuro lleva a cometer errores de bulto. De hecho, si los vaticinios de algunos se hubieran cumplido, los quioscos ya no venderían periódicos. Sin embargo, todas estas circunstancias llevan a concluir que la salud de los editores de prensa se ha deteriorado a un ritmo preocupante durante los últimos tiempos. Podría debilitarse, aún más, en el caso de que los empresarios no sepan adaptarse a las nuevas formas de anunciarse en medios de comunicación que actualmente desarrollan las grandes compañías, que amenazan con mermar aún más la partida de ingresos que le corresponde a los medios de comunicación.
La revolución digital es mucho más profunda de lo que una parte de los editores ha pensado. La Tierra gira a casi 30 kilómetros por segundo y nadie tiene la sensación de estar viajando a una velocidad tan elevada. El mundo se ha transformado en los últimos años a un ritmo vertiginoso y algunos editores de medios de comunicación continúan anclados en la era analógica. Donde tenían el monopolio de la audiencia y de la influencia. Bienvenidos al mundo real.

Rubén Arranz, en vozpupuli.com

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