martes, 28 de noviembre de 2017

AGUR, ARALAR

Quienes fuimos militantes impulsores de Aralar y trabajamos durante años en su desarrollo, poniendo un día fin a ese compromiso, nos alegramos de que el próximo día 2 de diciembre se dé por disuelto el partido dando fin al proyecto iniciado hace ahora más de 15 años.
Es bueno que, llevando ya algún tiempo en una situación de desaparición, tenga un final político público y lo más digno posible. A quienes estuvimos trabajando y aportando desde Aralar al bienestar público, en favor de una sociedad más justa, más libre y sin violencia, también nos congratula que sea capaz de desaparecer con la misma dignidad y valentía con la que un día decidimos ponerlo en marcha.
Aralar fue un proyecto innovador, valiente, honesto, abierto y generoso, entendido y aceptado, por ello, por la sociedad navarra y vasca. Afrontó de forma directa los problemas claves de su tiempo, la violencia, la falta de libertades, los derechos sociales y políticos y el uso de las vías exclusivamente políticas para cambiarlos. También hizo aportaciones ideológicas importantes en el espacio político de la izquierda abertzale como la paz, la territorialidad y los ámbitos de decisión o la pluralidad y colaboración política. Todo ello enmarcado en la necesidad de evolución en la izquierda abertzale.
En torno a estos objetivos nos agrupamos centenares de mujeres y hombres, casi mil en sus mejores tiempos, compartiendo trabajo y también sufrimiento, pero con una decisión y formación política digna de ser reconocida. A todas estas personas, como Patxi Zabaleta, comprometidas, que hicieron posible el proyecto, deseo que la memoria sea generosa con su esfuerzo y la aportación realizada.
Aralar nació en uno de los momentos políticos de más violencia y confrontación ETA-Estado que ha vivido Euskal Herria. Su germen salió de las mismas estructuras de la IA y supuso un hito y un ejemplo de valentía política impensable en aquellos años. Su lucidez política sobre cómo y qué debía hacer la IA y ETA si se quería evolucionar a un proyecto político y social abierto, democrático, moderno, y con posibilidades reales de llegar a representar el país, sirvió para que se sumaran otras personas y sectores ajenos a la IA.
Hablar abiertamente del fin de la violencia, de treguas, de unilateralidad, y de hacerlo sin contraprestaciones, supuso ganarnos un gran reconocimiento político y social, pero también sufrir descalificaciones y reproches, incluso más, de parte de la IA oficial. Debemos sentirnos contentos/as por las aportaciones hechas y el acompañamiento permanente realizado a ETA y a la IA oficial a partir del Acuerdo de Gernika y hasta el abandono definitivo de la violencia.
Aralar nació con la DO Navarra, pero con una vocación política que, como el monte que nos dio nombre, une territorialmente Hego Euskal Herria. La aportación política en torno a la conformación teórica y práctica de la territorialidad de Euskal Herria y el reconocimiento expreso del ámbito de decisión de Navarra e Iparralde, han sido una gran aportación al conjunto de la izquierda abertzale.
Las nuevas formas abiertas, flexibles y plurales de Aralar hicieron posible el nacimiento de NaBai. Sin Aralar NaBai no hubiese existido, y lo ocurrido a posteriori en nuestra comunidad no hubiese sido igual. Los diez años vividos en común con EA, PNV, Batzarre e Independientes-Zabaltzen han cambiado Navarra y crearon las condiciones para la realidad política y social existente hoy. El Gobierno del cambio, Geroa Bai y la propia Uxue Barkos, como presidenta del Gobierno, no son realidades ajenas al esfuerzo y trabajo realizado por todos, pero también de forma especial por Aralar. Es en este tema donde debemos realizar, también a título personal, una reflexión crítica sobre las posiciones mantenidas y el desarrollo final y la desaparición de NaBai. La ruptura, demandada a Aralar y aceptada por nosotros, quizás no fue una decisión acertada y es legítimo preguntarnos si el cambio político de hoy en Navarra no sería diferente y más fuerte si hubiésemos mantenido NaBai.
El abandono por Aralar de NaBai, del trabajo en común entre fuerzas abertzales y de izquierdas, la pérdida de señas de identidad y brotes de sectarismo, junto al precio pagado por mimetización con EH Bildu, han sido golpes definitivos al proyecto diferenciado propio, abriendo una situación de deterioro interno que ha terminado cuestionando la necesidad de su propia existencia.
Ningún proyecto político debe perpetuarse en el tiempo si no es por porque sigue siendo útil y necesario para la sociedad. Por lo tanto, la disolución debe ser también una última aportación a los objetivos por los que se creó.
Una vez cerrado ese círculo, Aralar llevaba ya tiempo sin vida interna y sin presencia política exterior. Carente de planteamientos propios o personas referenciales que siguiesen validando y manteniendo un proyecto diferenciado. Hoy, las escasas personas activas se confunden en las filas de EH Bildu y actúan ya como tales. Es por ello que parece una buena noticia la decisión de disolverse. Esta decisión satisface a quienes siguen en el partido y cumplen con los objetivos marcados por la confluencia en EH Bildu. También nos da cierta tranquilidad a quienes, no militando desde hace algún tiempo, hemos querido, disfrutado y sufrido haciendo posible el proyecto de Aralar. Sin duda, una vivencia rica y satisfactoria de la que merece la pena quedarse con lo mucho bueno ocurrido.
Como final de este proyecto, es justo agradecer a esa parte de la sociedad vasca y navarra que creyó, confió y apoyó las propuestas de Aralar. Dado que los partidos los forman personas, en Aralar, y en especial en Navarra, he tenido la suerte de compartir y vivir con muchas estos años. Es por ello que quiero mandar un abrazo cariñoso y sincero y el deseo de lo mejor para ellas.
Para Aralar, Que la tierra te sea leve.

Txentxo Jiménez, Coordinadora de Aralar Navarra 2003-2012  (en Diario de Noticias)

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