Me maravilla comprobar la solidaridad militante de nuestra derecha y de algunos periódicos tradicionales cuando se trata de Venezuela. De un tiempo a esta parte, se han convertido en incansables activistas de los derechos humanos, volcados con la lucha de los manifestantes caraqueños. Ojalá extiendan esa sensibilidad a otros territorios. Sorprende ver a nuestros conservadores, sobrevenidos revolucionarios, apoyando a un movimiento cívico-militar armado que corta con barricadas las avenidas y bombardea las instituciones desde helicópteros.
Pero dejemos Caracas y vayamos a Estambul. El pasado lunes comenzó el juicio político a 18 periodistas, dibujantes, abogados y directivos del diario Cumhuriyet, crítico con el régimen (perdón, gobierno) de Erdogan. Algunos llevan casi un año en prisión. Las peticiones varían entre 7 y 43 años de cárcel. Su editor jefe, Can Dündar, Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2016, fue sentenciado en mayo a seis años de cárcel por “revelar secretos de Estado” en sus reportajes sobre Siria. Hoy se les acusa de apoyar a grupos terroristas kurdos (los mismos que Occidente considera héroes cuando paran los pies al ISIS en el Kurdistán iraquí, por cierto). Organizaciones de prensa denuncian que se trata de una excusa: es un coletazo más de la ola represiva desatada tras el golpe de Estado, hace justo un año.
Desde entonces, según el Index of Censorship, más de 2.000 escuelas, residencias y universidades han sido clausuradas en Turquía y 8.000 académicos despedidos. Algunos de ellos pasaron más de tres meses en huelga de hambre. Idil Eser, directora de Amnistía Internacional en Turquía, fue encarcelada la semana pasada, acusada también de colaboración con grupos terroristas. Incluso hay orden de arresto contra Enes Kanter, jugador turco de la NBA, al que se acusa también de pertenencia terrorista. La lista negra de Erdogan no termina, su caza de brujas bate todos los récords.
Según Reporteros Sin Fronteras, un tercio de los periodistas encarcelados del mundo están en Turquía (más de 200). Se han cerrado al menos 168 medios de comunicación a golpe de decreto. El diario digital Sendika ha pedido entrar en el Record Guinness tras ver su servidor bloqueado (y recuperado) en 55 ocasiones. Cuando escribo estas líneas, su dirección es Sendika56.org. Erdogan también bloqueó el acceso a Wikipedia. La periodista española Beatriz Yubero, colaboradora de La Razón, fue detenida en su domicilio en Ankhara, acusada también de terrorismo, retenida durante 36 horas y deportada a España. Beatriz aclaró que no fue expulsada por publicar críticas, “pues es ilegal criticar al gobierno de Erdogan y a la república”. Las sanciones por difamar a Erdogan, efectivamente, rondan los 3.100 euros.
En octubre de 2016 el gobierno turco había retirado ya 775 carnets de prensa según la Federación de Periodistas Europeos, y 226 periodistas se enfrentaban a posibles condenas de cadena perpetua. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) alerta de que no se investigan las denuncias de torturas policiales a periodistas, y que cinco han muerto ejerciendo su profesión en los últimos dos años. Hay en total más de 50.000 personas encarceladas en el último año en Turquía, y 150.000 funcionarios despedidos de su trabajo en una masiva purga política. A este panorama dantesco, hay que sumar los campos donde Turquía mantiene a cientos de miles de desplazados en la frontera con Siria.
Viendo este infierno, cabe preguntarse: ¿Qué hacen nuestros revolucionarios liberales ante estas aterradoras cifras? Venezuela está en otro continente, a más de 7.000 kilómetros, Turquía a menos de la mitad. Su proceso de ingreso en la Unión Europea no se ha detenido pese al coqueteo de Erdogan con la pena de muerte, es nuestro socio en la OTAN y en la retención masiva de refugiados que deberíamos estar acogiendo. ¿Por qué somos el país del mundo más “informado” sobre Venezuela pero rara vez las portadas nos hablan de Turquía? ¿Invitará Ciudadanos también a la oposición turca a que hable en nuestro Parlamento?
Tanto Rajoy como Albert Rivera, por ejemplo, tuitean frecuentemente sobre la actualidad Venezolana. Sobre Turquía también se pronunciaron. Fue durante el golpe de Estado, para expresar apoyo al gobierno de Erdogan, al que Rajoy calificó de “aliado y amigo”. Pero después, durante la represión masiva, el número de veces que entre ambos han tuiteado la palabra "Turquía" en 2017 asciende a un total de cero ocasiones. El diario de sesiones parlamentarias en España recoge hasta seis proposiciones no de ley y preguntas orales del PP y Ciudadanos en esta legislatura sobre Venezuela. Ni una sola sobre Turquía. ¿Es Venezuela una cortina de humo? ¿Realmente les preocupa defender la libertad y los derechos humanos? ¿O sólo cuando creen que el caso les puede reportar beneficios en política nacional?
Miguel Álvarez-Peralta
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