Recientemente, señor Maya, ha escrito usted un artículo titulado Los padres y el euskara, donde viene a decir sobre esta lengua -patrimonio de todas/os en Navarra según usted mismo reconoce- que se está usando políticamente por el Gobierno de Navarra para separarnos y privilegiar al 13% de su población y marginar nada más y nada menos que al 87%.
La última encuesta sociolingüística (2016) revela que 124.000 personas (31.000 más que el partido más votado de Navarra, UPN, su partido) de las 640.000 que tiene Navarra son euskaldunes activas y pasivas, es decir, un 23% de la población de Navarra. Según los últimos datos de prematriculación en infantil (3 años de edad), en Navarra la elección de modelos que incluyen aprendizaje de euskara (A, B y D) supone en torno al 50% del alumnado, llegando en centros públicos a más del 60%. Además, son muchas las familias y personas que, a pesar de no ser euskaldunes, eligen modelos con euskara para sus hijas/os, y parece poco lógico que con esta elección se sientan discriminadas como usted dice. ¿No le parece que exagera al hablar de (supuesta) marginación del 87% de la población de Navarra?
Señor Maya, también dice: “Aprende inglés hijo mío, que con eso puedes ir al fin del mundo. Ahora parece que es un error. Que mejor haber aprendido euskara, porque unos meses en un barnetegui es más rentable que la enseñanza bilingüe, años de academia pagados con el esfuerzo de la familia, viajes a Inglaterra...”.
Señor Maya, el aprendizaje del euskara no es incompatible, en absoluto, con el aprendizaje del inglés, es más, en los modelos con euskara se imparte también el inglés desde siempre y un aprendizaje no entorpece el otro; al contrario, lo facilita. También me gustaría decirle que aprender un idioma, y en este caso, el euskara, no es una cuestión tan fácil como apuntarse a un barnetegi unos meses. En mi caso, por poner un ejemplo, como no estudié en modelo D me costó varios barnetegis y varios años su aprendizaje. Ser euskaldun (tener o saber euskara) no es un don, una herencia genética, y mucho menos un privilegio adquirido por ciencia infusa. Ser euskaldun, como ser castellanoparlante o hablar cualquier lengua, es una condición que se puede adquirir o no y que depende exclusivamente de nosotras/os mismos, de nuestra voluntad. Por lo tanto, quien libremente no lo quiere aprender en todo caso se autoexcluye o autodiscrimina por voluntad propia, porque su aprendizaje ahora en Navarra, por suerte, ya está al alcance de todo el mundo.
En otro párrafo, señor Maya, dice: “Hijo, haz una carrera y si puedes dos. O elige una buena formación profesional… un buen currículum…, con el que también podrás ir al fin del mundo. Sin embargo,… con los planes puestos en marcha con este Gobierno de Navarra, todos los máster, el alemán y el chino juntos, van a valer menos que saber euskara”.
Sorprende que un profesor universitario, que ha sido alcalde durante una legislatura de una ciudad de 200.000 habitantes como Pamplona, como es su caso, haga afirmaciones con tan poco rigor. Estudiar una carrera, dos, elegir una buena formación profesional, un buen currículum no es incompatible ni excluyente con el aprendizaje del euskara, porque ese aprendizaje lo que va a hacer es dotar de una mejor formación y currículum a ese estudiante. Además, afirmar demagógicamente, como usted dice, que saber euskara va a valer más que todos los másters, el alemán y el chino juntos es toda una falacia. Cada trabajo, sea en la Administración o en empresas privadas, requerirá la formación que sea necesaria y que todas las personas deberán acreditar, sean euskaldunes o no. El euskara tendrá un valor preceptivo en los trabajos que así lo requieren (profesor/a de euskara y de materias en euskara, atención al público euskaldun, trabajo con documentación en euskara, etcétera) y en muchos otros se contará como un mérito más junto a otros, pero en este caso no será preceptivo o “excluyente”, como usted pretende insinuar.
En otra parte de su artículo dice: “Me resisto a aceptar que nuestros padres, nuestros abuelos y nosotros mismos nos hayamos equivocado tanto y tantas veces. Quiero reivindicar que lo que nos enseñaron y lo que les enseñamos es lo correcto”.
Permítame que le diga que usted, efectivamente, se ha equivocado al no elegir aprendizaje de euskara para sus hijas/os, como les ocurrió a mi madre y mi padre, y como les está ocurriendo a otras muchas personas, probablemente sin mala intención, porque todas/os queremos lo mejor para nuestras/os hijas/os. Pero nunca es tarde para rectificar. Yo así lo he hecho, apuntado a mis hijas en el modelo D. Como puede intuir por mi firma, no tengo ni un solo apellido vasco, de hecho soy hijo de inmigrantes extremeños de los años 60. Estudié toda mi primera etapa de educación, hasta acabar primaria, en modelo G. Con 14 años era monolingüe castellano sin ningún conocimiento de euskara. En secundaria pasé a estudiar en modelo A (cuatro horas semanales de euskara) y fue cuando empecé a tener contacto con el euskara. Después seguí mis estudios aprendiendo euskara como extraescolar y luego compaginé trabajo con aprendizaje de euskara. Con 33 años saqué el EGA (Certificado de Aptitud de Euskara). Casi 20 años para obtener un título que me definía ya como bilingüe. Cuando era monolingüe no me sentí marginado en ningún momento, sentía que tenía un déficit que si quería podía superar, y así ha sido. Ahora que soy bilingüe tras un largo esfuerzo, duele que usted me califique o califique a la comunidad vascoparlante de privilegiada.
Las lenguas no son malas ni buenas ni mejores ni peores, son lenguas. Su aprendizaje, además de aportarnos un enriquecimiento cultural, como usted bien dice, si se realiza en un contexto o territorio propio, nos aportará conocimiento y satisfacción personal, además de abrirnos un amplio abanico de oportunidades laborales.
Para finalizar, otro dato interesante y revelador. ¿Sabía usted que el alumnado de 1º de Bachillerato de modelo D (16 y 17 años de edad) tiene nivel suficiente para obtener el EGA (título de euskara-C1), presentándose a un examen por supuesto? Yo, que estudié en modelo G y A, no pude hacerlo hasta superados los 30 años de edad. Creo que la diferencia en años y esfuerzos en los dos casos es más que suficiente para confirmar que usted está equivocado. Estaría bien que el tema del euskara, y las lenguas en general, lo analicemos poniéndonos en el lugar del alumnado y mirando hacia el futuro, porque esto es lo importante, y nos olvidemos de esquemas y clichés del pasado que nos impiden avanzar. Evitemos cuanto antes que el mayor número posible de alumnas/os de Navarra en un futuro sea analfabeta/o en una de las lenguas propias de Navarra. Hagámoslo por su futuro.
Aniceto Morales Horrillo, en Diario de Noticias
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