jueves, 20 de abril de 2017

AGUR A LA POLÉMICA DE LAS BECAS AL OPUS, QUE YA NO VOLVERÁN

N afarroa, para según qué cosas, vivió al margen del mundo que le rodea durante los tiempos del régimen. Mientras en el Estado solo un 7% del presupuesto destinado a becas va a parar a universidades privadas, el sistema diseñado por UPN reservaba un 61% del dinero destinado a ello a alumnos de la Universidad de Navarra (que es una misión apostólica del Opus Dei), aunque solo suponen un 18% de los solicitantes de estas ayudas. Esta cifra del 7% es muy criticada por el PSOE en Madrid y, sin embargo, el PSN es uno de los fervientes defensores de que más de la mitad de las ayudas acaben en Nafarroa en la UN. Pero esa etapa ya se terminó.
Acabar con este trato de favor con respecto a la Universidad de Navarra (UN) formaba parte del acuerdo programático que firmaron las cuatro fuerzas del cambio. En realidad, las directrices del viraje en el sistema de ayudas quedaron en manos del exconsejero José Luis Mendoza, que acaba de renunciar al cargo del consejero de Educación el 11 de abril. El problema es que Mendoza lo hizo mal y se enfrentó a toda la maquinaria propagandística y jurídica que controla la misión apostólica. En particular, su gran error fue exigir a los alumnos que van a cursar una carrera en la UN haber solicitado también la matrícula en la Universidad Pública (UPNA) y que esta se la hubiera denegado. Sin embargo, Educación anunció la convocatoria de becas en octubre después de que se hubiera terminado el plazo de presentar las matrículas. De este modo, el requisito resultaba de imposible cumplimiento para muchos de los alumnos. En consecuencia, el intento de Mendoza de modificar el sistema de becas resultaba endeble jurídicamente.
La nueva convocatoria de becas se enfrentaba a seis recursos de alzada y más de 40 alegaciones, además de a los voceros del régimen –tanto impresos como digitales– y a una plataforma organizada desde la Universidad de Navarra que se manifestaba en las calles y en las redes sociales. La decisión de Solana ha sido estimar parcialmente sus alegaciones en cuanto a la exigencia de haber pedido la matrícula en la UPNA y, también, en la de los tramos de renta para las ayudas, si bien esta última decisión puede que desemboque después en alguna tensión dentro del cuatripartito. En cualquier caso, la consejera subrayó que se trata de decisiones de corte transitorio. El Gobierno aseguró que se ha vuelto a los tramos anteriores para no perjudicar a familias que habían optado por esa universidad contando con esos ingresos, ya que se llevaban 20 años entregando esas ayudas. Aun así, subrayó que era una «expectativa» que tenían, pero no un derecho.
Por otro lado, Solana anunció que para el año próximo la convocatoria seguirá la senda marcada por Mendoza. Eso sí, esta vez en tiempo y forma. Solana afirmó concretamente que la «filosofía será la misma». Formalmente, no llegó a concretar, porque la convocatoria de ayudas para el próximo año no se puede dar a conocer hasta que el Ejecutivo de Madrid no anuncie las suyas. También cabe subrayar que el nuevo sistema de becas no reduce la cuantía, sino que la redistribuye. Es decir, el dinero que deja de llegar a alumnos de la misión apostólica se reparte entre otros solicitantes. De este modo, beneficiará a unos 700 alumnos más.
Los estudiantes de la Universidad de Navarra lograban hacerse con el 61% del presupuesto de las becas gracias a un régimen de excepcionalidad apoyado en unos criterios creados ad hoc. El primero de ellos era, precisamente, el de que todos los alumnos que solicitan una beca para una universidad privada tenían que justificar, previamente, que se les había denegado en la pública. Esta norma es obligatoria en Nafarroa para todos los centros privados o de otras comunidades excepto para la Universidad del Opus. Debido al error, esta excepción se mantiene transitoriamente por el desfase de los plazos.
La segunda particularidad reside en la complementariedad de las becas del Gobierno de Nafarroa y el Ministerio. En realidad, tan solo Nafarroa y la CAV emiten becas para universitarios que se suman a las del Gobierno español. En el caso concreto de la UN, ambas eran complementarias. Es decir, los alumnos ingresaban íntegramente las dos ayudas. Eso ya no es así, y el dinero que consigan del Gobierno español se descontará del dinero percibido del Ejecutivo Foral.
El punto más controvertido tiene que ver con los tramos de renta. Para todas las universidades existen tres tramos de renta, que están vinculados al dinero que se percibe. Cuanto más alto es el tramo, menor es el dinero que recibe el alumno. Para el caso de la UN existía un tramo más, que entregaba ayudas a familias con grandes ingresos. Es decir, un alumno que no recibía beca en la UPNA porque sus ingresos superaban el último tramo de renta, sí que obtenía dinero público si se matriculaba en la UN. Cada tramo tiene un factor de multiplicación. Así, en el tramo uno (el de menor ingreso) existe un factor de multiplicación de 4,8 para la UN (es decir, se paga 4,8 veces más de lo que costaría la matrícula en una universidad pública). O, lo que es lo mismo, costear los estudios de un alumno de la UN con esos ingresos equivale a pagar casi los de cinco estudiantes de lo público. En el segundo tramo, el factor es de 3,5 y en el tercero de 2,5. Por su parte, los estudiantes que no obtendrían beca por superar los ingresos máximos, reciben una con factor de 1,5 en la UN. Este punto cambiará para el próximo curso.
Aritz Intxusta, en GARA

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