Otra espléndida mañana de luz se ofreció el viernes como regalo de Reyes en San Martín de Unx, solariega y preciosa villa de nuestras tierras medias. Pablo Gorría, sabio periodista y amigo, e hijo de esos pagos, echó el anzuelo y, enseguida, su paisano Javier Abete manejó el carrete para pillar, transmitiendo los valores patrimoniales del pueblo. Abete, antiguo alcalde, es un albacea sentimental y guía de tesoros. Queda pendiente ampliar la ruta por el angosto entramado medieval y la visita a otros templos, ermitas, bodegas, trujal, manteles... Eso sí, con previo repostaje de un vino rosado o tinto de cualquiera de las cuatro bodegas arraigadas en el término.
Las iglesias son: la del patrón San Martín de Tours, la de Santa María del Pópulo y la de San Miguel, también titulada como ermita; esta última pudo ser la capilla del antiguo castillo; fortaleza navarra de la que no quedan restos, pero de la que se sabe que estaba situada en lo alto, cerca del actual cementerio, y los lugares de Los Casares y la Abadía o Casa de Curas. De las numerosas ermitas que hubo (San Salvador, Santa Lucía, San Vicente...) sólo queda la de Santa Zita (de Lucca), campesina italiana del siglo XIII. Las cuatro bodegas (Cooperativa -1914-, Ayerra, Beramendi y Máximo Abete) convierten a San Martín de Unx en un grand slam vitivinícola de la Denominación de Origen Navarra. Alcanza el colosal promedio de una bodega por poco más de 100 habitantes: ¡un Wimbledon del vino!
SAN MARTÍN DE TOURS Este santo de orígen húngaro y establecido en Francia (s. IV) es, como en muchas localidades, el patrón de San Martín de Unx. La iglesia parroquial lleva su nombre. El templo románico se consagró el 3 de noviembre de 1156. Sus partes más antiguas (cripta, cabecera, portada...) se encuentran en buen estado. La fábrica aceptó ampliaciones y obras posteriores. En el s. XIII, se hizo el coro alto. En el s. XVI, se adherió una nave gótica en el lado del Evangelio. En el s. XVIII, el templo se inclinó y agrietó por una fractura del terreno; se procedió al refuerzo de contrafuertes y se amplió en el lado de la Espístola con una nueva nave barroca. El costado de este lado se modificó para crear otro pórtico de entrada al templo, que vino a ser una portada del s. XII traída del Desolado de Sengáriz. En 1977, Principe de Viana desmontó la ruinosa torre y restituyó muros. En la ilustración adjunta (CMN) se puede ver el alzado actual. En su interior, la iglesia alberga una joya del Romanismo (1580): un retablo de madera atribuido a Juan Jiménez de Alsasua. Y también guarda varias piezas cautivadoras: una pila bautismal rinconera románica; un fino Cristo yacente de inspiración en la imaginería castellana y que es procesionado por los mozos más veteranos en Viernes Santo; y una talla de la Virgen de la Leche.
LA CRIPTA Abete desgrana con claridad las distintas funciones y teorías de la bellísima Cripta de esta iglesia. En primer lugar se refiere a una lógica función estructural para resolver el relleno de la pendiente del terreno para edificar la iglesia. También se considera que, en sí, fuera una pequeña iglesia anterior al tener ventanas y altar propio. Otra opinión es que fue lugar de enterramiento, por encontrarse en los capiteles corintios varias caras y figuras humanas: niños, adultos con perros (¿donantes?); y fieras felinas en actitud vigilante y amenazadora. Una última y tímida teoría habla de que sigue modelos árabes. El cruce de arcos, luz y ritmo recuerda algo a la Mezquita de Córdoba.
Esta cripa fue restaurada hace 60 años y presenta a primera vista un perfecto estado. Quizá se abusó un poco del mortero y del cemento. En cualquier caso, es una cripta esbelta, apuesta, guapa, presumida... Un bellezón que inspira feminidad, distinguiéndose en género de las otras criptas, también geniales: Mº de Leyre, Gallipienzo y Orísoain. La que nos ocupa enseña cabecera curva, tres naves de tres tramos articulados por arcos formeros y fajones de medio punto. Estos y las bóvedas descansan en doce columnas de fuste liso. Destacan las figuras humanas y animales de los capiteles de la Epístola.
Al retirarte, subiendo la escalera de caracol que comunica la nave con la cripta, hay que esforzarse para que no se desborden y enreden los sentidos. Aunque, de primeras, es dificil librarse de un brete en el que te apetece echar un saco de piropazos a la moza cripta; mas sabes que te vigilan muy de cerca cancerberos y uñas de fieras, parejas de Hermes de ojos virados desde el retablo, un ejército de seres sobre canes y hasta un funambulista en la portada principal. Así, solo: ¡Señora: Un gusto el conocerle!Visita la Cripta y San Martín. Javier Abete. 628 078 287 / info@casaaldabe.com.
Manuel Mª Sagüés Lacasa, en Diario de Noticias
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