Es vergonzoso que una persona que ha mostrado semejante tolerancia con la corrupción en su propio partido, con tan escasa sensibilidad democrática (utilizando los aparatos del Estado para destruir a sus adversarios políticos, a algunos de los cuales considera en la práctica como sus enemigos), responsable de la imposición de las políticas públicas más reaccionarias y represivas que la población en España haya sufrido desde que tiene democracia, y que han deteriorado enormemente la calidad de vida y bienestar de la población, pueda llegar a continuar gobernando este país como presidente del gobierno español, dirigiendo uno de los partidos políticos más corruptos de Europa. ¿Cómo puede ser esto?
La respuesta a esta pregunta incluye diversas dimensiones, y muchas de ellas se remontan a la manera en cómo se hizo (la mal llamada modélica) transición de la dictadura a la democracia, que perpetuó el enorme dominio que las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado dictatorial continuaran teniendo en el periodo democrático, tanto sobre el Estado como sobre la gran mayoría de los medios de información y persuasión. Ni que decir tiene que hubo cambios significativos e importantes, sobre todo en la década de los ochenta durante el gobierno del PSOE, que introdujo lo poco que España tiene de Estado del Bienestar. Pero estos cambios, aunque importantes, no han alterado el dominio de aquellas fuerzas conservadoras, como lo muestran tres indicadores, entre otros muchos. Uno de ellos es que el gasto público social por habitante (gasto que cubre las transferencias públicas, como las pensiones, y los servicios públicos, como la sanidad, la educación, los servicios sociales, la vivienda social, las escuelas de infancia –mal llamadas guarderías en España-, los servicios domiciliarios a las personas con dependencia y la prevención de la exclusión social, entre otros) es de los más bajos de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al español). Dicho gasto es mucho más bajo (hay 60.000 millones de déficit en el gasto público) de lo que España debería gastarse en su Estado del Bienestar por su nivel de riqueza económica (véase mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006).
Indicadores del enorme conservadurismo de las derechas españolas
Otro indicador es que cuarenta años después de iniciarse la democracia, todavía existe un gran monumento al general que dirigió el golpe militar en contra de un régimen democrático y realizó una de las mayores represiones conocidas en Europa contra la gran mayoría de la población, de manera que por cada asesinato político que cometió Mussolini, el régimen fascista del General Franco cometió 10.000, según el catedrático Edward Malefakis, profesor experto en fascismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Tal monumento al General Franco y al fundador del partido fascista en España, José Antonio Primo de Rivera, continúa existiendo, y el Partido Popular, dirigido por el Sr. Rajoy, ha sido el máximo opositor a que se deje de homenajear en este monumento a los responsables del régimen que ha asesinado a más españoles e impuesto mayor represión en España.
Y otro indicador es la falta de diversidad ideológica de los medios de información, tanto orales y escritos, como televisivos, situación reconocida y denunciada por organismos internacionales (“El cinismo de ‘El País’ y los otros mayores rotativos en España”, Público, 27.04.16) pero desconocida, cuando no silenciada, por tales medios. No hay grandes medios de información de sensibilidad crítica y de izquierdas en España, lo cual se refleja en el enorme dominio que el pensamiento de derechas (conservador, neoliberal y socioliberal) tiene en la configuración de la sabiduría convencional del país. Un ejemplo de ello es El País, que en épocas anteriores intentó ser la alternativa a la derechona mediática española, pero que hoy, bajo la dirección del Sr. Antonio Caño y bajo la batuta del Sr. Juan Luis Cebrián, se ha convertido en un rotativo semejante a los otros rotativos de derechas e incluso a algunos de ultraderecha. Un ejemplo es lo ocurrido en sus páginas este último domingo 31 de julio. Apareció un editorial, “Un gobierno ya”, exigiendo que Ciudadanos y PSOE apoyaran la formación de un gobierno dirigido por aquel personaje, el Sr. Rajoy. Dicho editorial iba acompañado en la siguiente página por uno de los artículos más vulgares y groseros, de los muchos que ha publicado El País, contra Podemos. Su nivel de mezquindad alcanza los niveles de La Razón o el ABC. La autora, Monika Zgustova, es una persona procedente de lo que fue en su día Checoslovaquia, que huyó de la dictadura comunista, de la cual narra horrores, para concluir que, en base a una frase del catedrático de Ciencias Políticas de la UNED, el Sr. Ramón Cotarelo, presenta a Podemos como un partido estalinista, totalitario y autoritario, que con sus símbolos le recuerdan a la autora los que vio en su país, donde hubo tanto horror y represión. El título del artículo, “Aprender de la historia”, es una mezquindad tremenda, que refleja un escasísimo conocimiento de España y de su historia.
En primer lugar, Podemos no es un partido comunista. Pero lo que es más importante es que el Partido Comunista, que se presentó en Izquierda Unida en coalición con Podemos, es un partido que lideró la lucha contra la dictadura fascista en España, habiéndose comportado durante la democracia con una enorme exquisitez democrática. Y lo que refleja el repugnante sectarismo de El País es que tal artículo va junto a un editorial que promociona un partido heredero de las fuerzas que controlaron el Estado fascista, que ha mostrado sobradamente su cultura antidemocrática y profundamente corrupta. La Sra. Zgustova debería conocer que los que asesinaron, torturaron y exiliaron a millones de españoles fueron aquellos que la derecha española, con escasísima conciencia democrática, todavía se resiste a condenar y dejar de homenajear, y que ahora El País, en su editorial, apoya.
La alianza de las fuerzas democráticas
Son las raíces del PP y su comportamiento en el gobierno, lo que explica por qué la gran mayoría de partidos políticos (excepto Ciudadanos, cuya ideología tiene ciertas semejanzas con el PP, tanto en su visión uninacional de España como en su ideario de derechas) desean que tal partido deje de gobernar. Los favorables al PP, incluyendo El País, con, repito, una sensibilidad escasamente democrática, presentan a este partido, el PP, como el ganador de las elecciones, cuando la mayoría no desea que tal partido continúe gobernando, por mucho que las escasamente creíbles encuestas de El País lo intenten demostrar. Hoy, como escribí y documenté recientemente, hay un intento de imponer a Rajoy y al PP a la población española, negando que haya alternativas. Las hay, pero personajes históricos del PSOE, junto con partes de su aparato, no quieren ni siquiera explorarlas, pues todas ellas pasan por una alianza con Unidos Podemos, el enemigo nº 1 del establishment financiero, político y mediático de España, incluyendo el PSOE. Y ahí está el gran problema (que incluso el PSOE vea a Podemos como el enemigo a batir) que hoy existe en España y que promete –de no resolverse- tener a las derechas en el gobierno por muchos años.
Continúan habiendo alternativas
Como ya he escrito en otros artículos recientes, había alternativas en diciembre y continúa habiéndolas ahora. Tan pronto como terminaron las elecciones, tanto en diciembre como en junio, Podemos extendió la mano para que se llevara a cabo una alianza con el PSOE. Tal extensión ha sido incluso más intensa ahora que en el 2015. Esta es una realidad que se ha ocultado, manipulado y tergiversado con una enorme mezquindad por parte de la dirección el PSOE. La acusación de que Podemos no quiso apoyar al PSOE es falsa, pues a lo que Podemos se negó (correctamente) fue a apoyar el pacto PSOE-Ciudadanos, que es distinto a apoyar al PSOE. Si el PSOE hubiera sido sincero –que no lo fue, debido a la oposición intensa que Sánchez encontró en su partido- en su deseo de explorar una alianza con Podemos, tendría que haberse sentado con este partido desde el principio. Y una vez conseguido este pacto, intentar el apoyo de otros partidos, incluido Ciudadanos. El PSOE escogió no hacerlo.
Un tanto igual ahora, cuando se repite constantemente por parte de personajes históricos del PSOE que Unidos Podemos ya mostró su negativa a participar en la alianza PSOE-Ciudadanos-Podemos, ocultando que el orden de los factores es importante para definir la ecuación final. No es lo mismo PSOE-Ciudadanos-Podemos que PSOE-Podemos-Ciudadanos. Y ello no es, como maliciosamente se presenta, un tema de personalidades, sino un tema del programa, pues Podemos ha indicado su voluntad de tomar el programa del PSOE como punto de partida, no el Pacto PSOE-Ciudadanos. Si mediante diálogo y negociación PSOE y Podemos alcanzaran un acuerdo, entonces podría establecerse un gobierno con Ciudadanos (en el caso de que éste tomara como base el pacto PSOE-Podemos) o, lo que considero mejor, con los partidos nacionalistas catalanes y vascos (que desean por todos los medios que el PP deje de gobernar).
¿Por qué ello no ocurre?
La respuesta del PSOE es lo que marcará España durante muchos años. Y el mayor problema hoy en este país es que las izquierdas están divididas. Y ahí está el eterno problema, que ocurre también en los países del sur de Europa. El hecho de que el PSOE constantemente “demonice” a Podemos está creando una dinámica que está llevando a España a estar gobernada por las derechas por mucho tiempo. Existen ya en España ejemplos de colaboración entre una izquierda más radical y otra más moderada a lo largo del territorio, siendo el caso más claro el de Barcelona. ¿Por qué no se puede hace a nivel del Estado español?
El hecho de que la alianza PSOE-Podemos con los nacionalistas catalanes y vascos sería mucho más positiva que la alianza PSOE-Podemos con Ciudadanos es porque el mayor reto que España tiene hoy, además del socio-económico, es el territorial, que no podrá resolverse sin el diálogo del gobierno español con los nacionalismos vasco y catalán. Sin que ello ocurra, España va hacia la ruptura, pues la intransigencia del nacionalismo españolista es la mayor causa del crecimiento del nacionalismo periférico. Hoy el Estado central es sumamente “antipático” y hostil hacia las otras naciones de España, de manera que incluso personas no independentistas quieren irse y separarse de él.
Los complejos del PSOE
El aparato del PSOE siempre ha tenido temor a aliarse con los nacionalistas vascos y catalanes, pues les atemoriza que el PP les acuse de querer romper España. La prohibición del Comité Federal del PSOE de que Sánchez dialogara con los nacionalistas respondió, precisamente, a este temor. Sin ese veto, Sánchez sería ya presidente de España. Sánchez, con Podemos e IU, sumaba 161 escaños durante la legislatura pasada, de manera que añadiendo los escaños del PNV (6 escaños) hubiera sumado más escaños (167) que el PP más Ciudadanos (163). Hubiera bastado la abstención de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y ERC para ser presidente. Pero el PSOE no quiso ni siquiera considerarlo. Una situación parecida ocurre ahora. La suma de PSOE, Unidos Podemos, PNV y CDC, con la abstención de ERC (169 escaños a favor), o al revés, con el apoyo de ERC y la abstención de CDC (170 escaños a favor), suma más que PP y Ciudadanos (167). Pero la resistencia del Comité Federal persiste. ¿Por qué?
Y la respuesta es el miedo al PP y su acusación de romper España. Esta rigidez está favoreciendo el gobierno de derechas, gobierno de un partido, por cierto, que ha colaborado con los nacionalistas catalanes vascos miles de veces. CDC apoyó a Rajoy en el 50% de las propuestas que hizo el PP (la mayoría de las propuestas económicas y fiscales las aprobaron conjuntamente PP y CDC; CDC apoyó la reforma laboral y la fiscal del PP). Esta alianza no es obstáculo para que el PP acuse de romper España a cualquier alianza del PSOE con el Partit Demòcrata Català (antes Convergència Democràtica de Catalunya). Fue Pujol el que permitió que Aznar fuera presidente. Pero ello no fue tampoco obstáculo para que cuando Podemos hizo la propuesta de aliarse con los nacionalistas para permitir hacer a Sánchez presidente, el PP, con el cinismo y desfachatez que le caracterizan, definiera esta alianza como la alianza del PSOE con “los bolivarianos y con quienes quieran romper España”. En Catalunya, el PSC e ICV-EUiA gobernaron con ERC, habiendo sido uno de los periodos más positivos para Catalunya. De ahí que el PSC esté más abierto a esta posibilidad. Es improbable, sin embargo, que esta alianza ocurra, mostrando, una vez más, que la supuesta defensa de la “unidad de España” oculta los intereses de las clases dominantes. Esta ha sido siempre la historia de este país, que ocurrió en el alzamiento fascista del 18 de julio de 1936 en defensa de la “unidad de España” que nadie amenazaba, y que se repite ahora en la oposición del establishment financiero, económico, político y mediático de España a que se establezca un gobierno de alianzas liderado por las izquierdas en colaboración con los nacionalistas catalanes y vascos, que se están radicalizando debido precisamente a la intransigencia y rigidez del nacionalismo españolista. Así de claro.
Vicenç Navarro, en Público
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