El sector industrial se encuentra sumido en todo el mundo en un profundo debate sobre la fábrica inteligente, conocida como Industria 4.0, y hay incluso quien habla ya de la cuarta revolución industrial. Las empresas vascas tampoco escapan a esta transformación y estudian ya cómo adaptarse a los nuevos procesos productivos. Incluso se ha creado un grupo de trabajo, impulsado desde Lakua, para extender la implantación de las nuevas tecnologías en todo el tejido empresarial vasco.,
Aunque resulta obvio que el futuro de la industria pasa por las nuevas tecnologías, la preocupación por la destrucción de puestos de trabajo es una constante en todos los foros organizados para estudiar esta cuestión.
El experto alemán Wolfang Dorst, director del área de Industria 4.0 de la patronal alemana del sector tecnológico, reconocía en una jornada organizada en Bilbo que cada vez harán falta menos trabajadores, aunque matizó que la cuarta revolución industrial, pese a que constituye la era de la automatización, «tiene que ver más con internet y con el software, y menos con los robots». A su juicio, la idea de las fábricas sin trabajadores «pertenece a la década de los 80, cuando imperaba la revolución de los robots».
Pero hay empresas que creen que las máquinas pueden sustituir totalmente a los trabajadores. Es el caso de Adidas, una compañía que trasladó prácticamente toda su producción a los países asiáticos para abaratar costes laborales y que ahora pretende una vuelta de tuerca más prescindiendo totalmente de la mano de obra.
Según el anuncio efectuado esta semana, la fábrica, que ha sido bautizada como Speedfactory (fábrica rápida), está ubicada en la ciudad de Ansbach, cerca de la sede central de Bavaria, y está previsto que en el primer semestre de 2016 estén listos 500 pares de zapatillas de running que servirán como el concepto base de fabricación para futuras unidades. Una vez superado este primer proyecto, la idea de la compañía es desarrollar este modelo de fabricación a gran escala.
Mediante robots, confeccionará zapatillas deportivas que combinan una parte superior cosida por máquinas y una suela mullida hecha con una espuma de poliuretano rellena de burbujas y desarrollada por BASF.
En un primer momento, la nueva factoría seguirá necesitando de trabajadores en algunas partes el proceso, y una decena de personas estará en las instalaciones para hacer pruebas durante la fase piloto. Pero Adidas quiere lograr la automatización plena.
La compañía sostiene que, además de reducir costos, esta fábrica le permitirá acelerar la entrega de sus productos a unos clientes cada vez más pendientes de las modas.
Fundada por el zapatero germano Adi Dassler en 1949, Adidas trasladó casi toda su producción de Europa a Asia y tiene ahora más de un millón de trabajadores, sobre todo en China y Vietnam.
No obstante, el alza de los salarios en las fábricas asiáticas y los costos de los envíos están reduciendo sus márgenes de beneficio, por lo que ha decidido traer de vuelta la producción, para que esté más cerca de sus principales mercados. «Se trata de un proceso de fabricación automatizado, descentralizado y flexible, que nos abre las puertas para estar mucho más cerca del mercado y de nuestros consumidores», dijo el presidente ejecutivo, Herbert Hainer.
De momento, estas fábricas no supondrán el fin de las plantas tradicionales que actualmente producen las zapatillas de forma manual, y los responsables de Adidas explican que se trata más bien de un complemento para llegar más rápido a un consumidor más exigente.
La compañía fabrica actualmente unos 600 millones de pares de zapatos y ropa y accesorios deportivos al año.
Joseba Salbador, en GARA
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