ETA-Bildu-Batasuna ha ganado las elecciones, siendo tan solo superada
por el independentista secretamente ultra de Iñigo Urkullu. Eso cuentan
los medios de Madrid (que se dicen nacionales por aquello del target
publicitario). Los más avezados columnistas sugieren incluso la
existencia de un acuerdo entre Mas y Urkullu y quién sabe si también
Mintegi. Se trataría de una especie de Club Bilderberg Periférico cuya
malévola finalidad sería la destrucción definitiva de España, esa gran
nación de 3.000 años de antigüedad.
En Twitter, periodistas de toda ideología se resisten a consolarse con
el clásico mantra “no-hay-Dios-que-les-entienda”, y buscan
justificaciones freudianas a semejante éxito proetarra. La tesis
aznariana de la sociedad enferma aparece ahora bajo otras formas: hay
quien habla de síndrome de Estocolmo y quien opina, simple y llanamente,
que los vascos no sabemos votar. Quizá se deba a nuestra escasa
tradición democrática (recordemos que la democracia llegó al País Vasco
con Patxi López, hace apenas dos generaciones de iPhone).
Hay también quien sostiene que muchos vascos (casi todos, en realidad)
han votado a quien han votado sin querer votarle realmente. Como si, a
la entrada del colegio, estas personas sufrieran una suerte de posesión
místico-abertzale que les llevase a actuar en contra de su voluntad.
-Hostia, Patxi, no sabes lo que me ha pasado; que iba a votar al PP,
pero, en el último segundo, me he decantado por Laura Mintegi.
-No jodas, ¿tú también?
Los adalides de la españolización culpan de semejante desaguisado
electoral a la herencia socialista, por legalizar a los Testaferros de
los Asesinos. Tal habilidad democrática ha desarrollado el PP que se
hace oposición a sí mismo, llegando a afirmar que, con ellos en el
poder, esto jamás hubiese ocurrido.
Urkullu quiere destruir España, pero no lo dice por si acaso. La prueba
es que, al saberse ganador, compareció ante un montón de nacionalistas
armados con ikurriñas, la bandera de la secesión. Y habló en vasco, para
que los españoles de bien no entendiesen sus palabras. Afortunadamente,
TVE, la televisión de todos, tenía preparado un debate sobre los
matices de la derecha para cubrir semejante ofensa.
Piense esto con frialdad: dos de cada tres parlamentarios vascos le
quemarían a usted el coche solo por placer. ¿Le parece que eso es
democracia? Na, lo que le ocurre a los votantes vascos es que no razonan
con claridad. Demasiado tiempo respirando el humo de las fábricas
pagadas con dinero español, muchos años intoxicados por el plástico
quemado de los contenedores. Confiemos en que, tan pronto como se les
aclare el conocimiento, empiecen a votar como Dios manda. Esperemos que
sea antes de la definitiva destrucción de España.
Mi Mesa Cojea
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