jueves, 24 de febrero de 2011

¿QUÉ HA OCURRIDO EN NaBai?

Hace años, reconocer errores políticos y exponerlos en público era objeto de excomunión, de expulsión del cuerpo, de sanción o de lesa traición. Dar pistas al enemigo no era de recibo. Así que los trapos sucios en casa. Creo que hoy la autocrítica o la crítica templada puede ser más útil que la indigesta ocultación de las propias miserias. La derecha no acostumbra a realizar este ejercicio intelectual. Más bien al contrario, véase el ejemplo de Camps, o el arte de la perpetuación de la mentira blindada. Del resto ni hablamos
Desde hace meses, el conflicto, las desavenencias, las rupturas, el escapismo, los ajustes de cuentas y los reajustes de programación, las declaraciones, los malentendidos y las recolocaciones políticas en el seno de la coalición de partidos que conforman, o mejor dicho, conformaban Nabai, han llenado páginas de prensa, han sido objeto de sesudos análisis políticos, de cerebrales tesis e hipótesis políticas, de cavilaciones y de proféticos desenlaces. Y es que las no pocas y reconocidas discrepancias internas –con el invisibilizado coste personal que conllevan- han sido la carnaza política de los últimos meses. Y en ese abrevadero ciertos analistas rellenan sus buches a discreción. No seré yo quien quite fuego a lo ocurrido pero tampoco quien lo alimente. Las organizaciones, y Nabai todavía lo es, presentan a lo largo de sus trayectorias múltiples dinámicas, algunas incomprensibles. Pero ello forma parte del juego perverso de la política. O también del poder.
Por otro lado, todo está dicho. Todo está explicado, por activa y por pasiva. Las razones de unos y las quejas de los otros han sido expuestas y analizadas. Otra cosa es cómo se siente cada socio con relación al conflicto, qué ha ganado o perdido, si ha sido rentable ese nuevo reajuste y qué grado de responsabilidad asume cada uno en la peligrosa desestructuración de Nabai.
Son muchas las lecturas, las visiones y las explicaciones dadas al conflicto entre nabaizales, muchos los lapos lanzados contra unos y otros, muchas las contradicciones entre lo pactado, lo dicho, lo escrito, lo consensuado y lo ejecutado, muchos los esfuerzos hechos por unos y otros para, al menos en teoría, mantener el proyecto. Pero nadie sabe a ciencia cierta cual ha sido el detonante de la estampida final, del naufragismo actual, del huerfanismo político de la presente y enflaquecida coalición.
Explicaciones haylas para todos los gustos, regustos y sensibilidades: que si la posible legalización de la Izquierda Abertzale, que si la presión electoral de ésta en el caso de ser legalizada, que si el alto el fuego de ETA, que si la agenda oculta del PNV, que si no había proyecto real, que si un nuevo tiempo político y un nuevo espacio de relaciones, que si un inédito y posibilista espacio soberanista que obliga a definir, por un lado a las fuerzas más independentistas, y por otro a las izquierdas más sociales, que si la reformulación identitaria en un nuevo proyecto político, que si la influencia de los procesos políticos en Vascongadas, que si la presión, depresión o dependencia de los independientes, que si las ansias de poder de éstos, que si la crisis de EA y sus compromisos con la IA, que si los acuerdos de Gernika; que si los incumplimientos de todos los socios; en fin, un sinfín de explicaciones que sumadas todas ellas a la lista de razones silenciadas revelan el actual estado de KO técnico de la coalición, pese a que políticamente sus dirigentes, incluidos los independientes, se empeñen – y así deban hacerlo dada su condición política- en mantener las espadas en alto de un proyecto que fue referente político en nuestra comunidad.
Quizá muchas de estas explicaciones, más las no nombradas, más las reales, las que han motivado la situación actual, no contenten a nadie. Ni a los coaligados y excoaligados ni a los propios votantes, los grandes ausentes de este debate, los grandes olvidados del conflicto y los que ejercerán su posición ante el mismo en las próximas elecciones. Quizá todo ello no sirva para explicar porqué realmente se ha llegado a este punto.
Pero como en todos los conflictos organizacionales, siempre hay otras lecturas que, o no se ven, o no se quieren ver o se mira para otro lado. Sé que el empeño está en la demostración de la culpa de los otros, de los ajenos, de los demás, en la traición de los otros, en el vaivén de ellos, en la culpa fuera de uno mismo. Pero esto no lo explica todo. Porque esto solo nos tranquiliza a nosotros mismos.
Creo que lo ocurrido en Nabai, su fractura interna, es fruto de un brutal desajuste entre las fuerzas que lo componían, incluidos los independientes. Que desde el inicio se pactara una hoja de ruta común no ha sido suficiente. Ello prueba las distintas velocidades que cada socio ha mantenido. Este desajuste vendría definido por las diferencias internas de concepción de la acción política, la ubicación de cada uno en el contexto de la coalición, el territorio sobre el que ejecutar la política, el concepto de ciudadanía y sus derechos, las hipotecas contraídas y los retos futuros de cada uno, la noción del poder, las responsabilidades, los liderazgos activos y pasivos y su tolerancia a los mismos así como el modelo de sociedad que cada uno tenía y tiene. Pero sobre todo, hay algo que ha fallado y afectado a todos. Casi nadie ha visto cumplidas sus respectivas expectativas, que no necesariamente eran ni compartidas ni asumidas de manera intergrupal. Y estas tenían que ver, mayoritariamente, con su rol en el seno de la coalición, su papel y sus proyecciones de futuro en clave de liderazgo. Ello ha hecho naufragar no solo un discurso político, aún por estrenar pese a los ensayos realizados, sino también un proyecto. Si bien es cierto que fundacionalmente el cambio, como concepto, actuó como banderín de enganche, la realidad ha ido modulando los verdaderos intereses que en no pocas ocasiones también han actuado movilizados por cotas de poder político y personal, el más peligroso de los poderes. Y lo peor, ese desajuste no ha sido bien gestionado, ni internamente ni mucho menos mediáticamente.
Por otro lado, era complejo mantener una UTE política a largo plazo en un contexto político de grandes cambios que requerían, y requieren, de enfoques más largoplazistas. Pese a que se insistiera en la necesidad del compromiso con el cambio y toda la parafernalia unitaria. Digamos que el ERE político impuesto por la nueva situación ha provocado la quiebra de un proyecto que intenta salvarse a costa de empeño, pundonor, obstinación y fe en la victoria final: volver a ser, cuando menos, la segunda fuerza electoral. Tal vez la realidad sea condescendiente con los nabaizales y les devuelva el tiempo perdido. Tal vez.
Recompuesta la coalición (PNV-Aralar e Independientes) solo queda, tal y como se ha aprobado, hacer las cosas lo mejor posible. No sólo ahora, también después, cuando la realidad florida del mes de mayo nos haya puesto a cada uno en su sitio y nos obligue a trabajar por un futuro que algunos se empeñan en impedir que se haga presente.
Paco Roda (en Lau Haizetatik)

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