La intención manifestada por el Ayuntamiento de Hondarribia de homenajear al monarca navarro Sancho el Mayor, y aun de levantarle un monumento conmemorativo de su coronación en 1004, ha provocado el enfado de la tradicional pléyade de pseudohistoriadores navarristas, y ha generado una agria polémica. En todo este trajín, debidamente tergiversado por la ex prensa del Movimiento y hasta recogido en el Telediario de las 3, se ha acusado a los guipuzcoanos de querer apropiarse de lo ajeno, de injerencia en Navarra, y hasta se ha caricaturizado al rey navarro con escudo pintarrajeado con la ikurriña, disfrazado de monigote historicista sabiniano. Y todo ello para solaz y regocijo de la clase política gobernante. Digo yo que será por la necesidad imperiosa de mantenerlos contentos, no en vano son los que pagan y aún conceden subvenciones por el uso del euskara en sus páginas de manera, a todas luces, fraudulenta y fuera de plazo.
En una ciudad como Pamplona, donde existe un monumento a un soldado del siglo XVI, de nombre Ignacio y guipuzcoano por más señas, que colaboró en la pérdida de la independencia de Navarra, sorprende que alguien se indigne porque en Guipúzcoa levanten otro monumento a un rey de la Navarra independiente, que fue también rey de Fuenterrabía.
Sancho III fue rey en un territorio amplísimo, que excedía en mucho, por el este, oeste y norte, a la actual Navarra e incluso a la actual Euskal Herria. Tal vez por ello, como bien se ha señalado, se tituló en alguna ocasión rey de las Españas (idea de pluralidad que, por cierto, choca frontalmente con el tradicional lema de ¡España, Una!, que hasta hace poco vociferaban los ahora autoproclamados demócratas de toda la vida. El hecho es que los pseudohistoriadores, como de costumbre, han querido sacar tajada de esta afirmación, imaginando a Sancho III como un paladín de la unidad patria y olvidando que cuando Sancho el Mayor reinaba, también lo hacía sobre tierras ultrapirenaicas como el llamado País Vasco francés, dentro del Estado vecino. ¡Qué lapsus!
Al morir Sancho, no obstante, cedió a sus hijos menores las tierras conquistadas durante su reinado, y guardó el reino matriz para su primogénito. Y en él se englobaban, entre otras, la Navarra entonces cristiana, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y la Rioja. Por lo tanto, aunque Sancho hubiera conquistado gran parte de las Españas cristianas, tenía muy claro cuál era su reino patrimonial. Así pues, Sancho III reinó entre 1004 y 1035, y en aquella época toda Guipúzcoa, incluida Fuenterrabía, era Navarra. Esto debería bastar para reconocer el derecho del ayuntamiento hondarribitarra de levantar un monumento a SU (con mayúsculas) antiguo rey.
Por otro lado, y esto escocerá a alguno, no es menos cierto que Sancho III fue conocido como señor de los Vascos. Efectivamente, el cronista árabe Ibn Hayyan, contemporáneo del rey navarro, lo llamó Sancho, hijo de García, señor de los Vascos. Hecho que, aunque negado por algún político en activo, ya recogiera el historiador don José María Lacarra, que se valió de los textos de Ibn Hayyan para escribir su Historia política del reino de Navarra.
Cuando Sancho III murió, Fuenterrabía era Navarra, y aún lo sería por muchos años, hasta que le fue arrebatada por la fuerza de las armas. En 1200, reinando Sancho el Fuerte y cuando el país se conocía ya como Reino de Navarra, aprovechando que el rey navarro se encontraba en misión diplomática en Marruecos, los castellanos se apropiaron de buena parte de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. Vitoria sólo se rindió tras cinco meses de asedio, y para ello recibió permiso expreso del rey de Navarra, que quiso evitarles más sufrimientos. El poeta Anneliers, en el siglo XIII, escribió sobre ello, y no duda en describir los hechos diciendo que el rey de Castilla es intrat en Navarra (ha entrado en Navarra), y que el rey navarro ha perdido Bitoria, e Alava, Ipuzcoa e Amescoa, así como Fonterrabía y San Sebastián. Todos estos territorios son considerados parte de Navarra por el poeta y cronista. Se trató a todas luces de una usurpación, y produjo gran indignación a Sancho el Fuerte. Todavía en 1256, el rey Alfonso X de Castilla reconocía que San Sebastián y Fuenterrabía eran posesiones legítimas del rey de Navarra, por aquel entonces, Teobaldo II.
Pero la historia de Navarra y su puerto natural, Hondarribia, no se separarían aún definitivamente. Fue utilizado como puerto de salida para mercancías y tropas y aún volvió a Navarra en tiempos de Carlos II, en 1366-68. Incluso en 1521, y cuando Navarra había sido ya conquistada por Castilla, el rey navarro, apoyado por un ejército francés, sitió y tomó Fuenterrabía, hasta que se perdió definitivamente en 1524. Entre sus defensores se encontraban dos hermanos y un primo de San Francisco Javier, que también habían estado en el asedio de Amayur (por cierto, estos no tienen monumento ni calle en Pamplona). Y entre los atacantes, había buen número de caballeros guipuzcoanos, que sin duda ignoraban el pasado navarro de Hondarribia, y que tendrían otras motivaciones. Eran otros tiempos, afortunadamente, y por todo lo expuesto no puedo sino enorgullecerme, como navarro, de que los actuales hondarribitarras reivindiquen de nuevo su pasado navarro, lo recuerden y, aunque disto mucho de considerarme monárquico, levanten un monumento a uno de sus legítimos reyes.
No quiero terminar sin comentar una última cuestión. El presidente del Gobierno navarro, don Miguel Sanz, nos tiene acostumbrados a sus periódicas incursiones en el terreno de la historia. Y en cada una de ellas mete la pasta. (¿Para cuándo una recopilación de sus mejores sentencias?). Hace poco se permitió ensalzar la actual bandera de Navarra, dándole una antigüedad de siglos, frente a la sabiniana y reciente ikurriña. Ignoraba que ambas enseñas son de época reciente, que la ikurriña es incluso algo más antigua que la bandera roja de Navarra y aún desconocía que ésta surgió entre personalidades napartarras, sospechosas de nacionalismo. De risa, oiga.
Ahora se ha unido al orquestado coro de voces navarristas que se han opuesto a la celebración del milenario de Sancho III en Hondarribia. Afirma que se trata de una injerencia, de una iniciativa ajena a Navarra, y que él, en cambio, reivindicará al buen Sancho desde la verdadera tierra donde reinó, desde Tudela, donde las instituciones navarras tienen previstos sus fastos. Ignora don Miguelico que, en tiempos de Sancho III el Mayor, Tudela, literalmente, no era Navarra (mejor dicho, no era Reino de Pamplona), pues estaba en manos árabes. Era, sencillamente, tierra enemiga de Sancho III. La entrañable Tudela no pasó a manos de los reyes navarros hasta 1119, en tiempos de Alfonso el Batallador (al igual que Corella), ¡cuando Sancho el Mayor llevaba ya unos 84 años en la tumba! En cambio, Fuenterrabía sí era villa navarra y lo sería aún unos 166 años más.
Hoy la historia ha cambiado, no cabe duda, y la Ribera es parte irrenunciable de Navarra. Pero ello no deslegitima a los guipuzcoanos de honrar, si así lo quieren, a un rey navarro que fue rey de los hondarribitarras, y que además fue denominado señor de los Vascos.
La historia, don Miguel, no debe ser utilizada para arrimar el ascua a su sardina política. Y la de Navarra, en concreto, ya ha sufrido bastante la injerencia interesada de los políticos metidos a historiadores, durante años y con total impunidad. Tenga presente que la historia es siempre difícil y resbaladiza para quienes pretenden manipularla y tergiversarla, pero es una trampa mortal para quien se acerca a ella desde la osadía y la ignorancia
Joseba Asirón (marigoogle.com)
1 comentario:
Amigo Joseba, efectivamente la actual bandera de navarra es un poquito posterior a la ikurriña, pero ya en el siglo XIII, hay datos de que los blasones navarros eran rojos, y en el siglo XV ya aparecían las cadenas. Efectivamente en 1910 el gobierno de navarra pidió a 3 personas renombradas de navarra para que diseñaran una bandera para esta comunidad, y que casualidad que los 3 estuvieron de acuerdo en que tenía que ser roja y con cadenas.
Así, que dale la importancia que quieras a tu ikurriña, pero no intentes confundir con este tema.
Saludos. Carlos Goñi
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