domingo, 17 de febrero de 2013

DAR/ECHAR DE COMER A LOS ENFERMOS


La desnutrición entre las personas hospitalizadas afecta a un elevado porcentaje de ellas (en ningún estudio es inferior al 20%), complica la evolución de su enfermedad y, con frecuencia, agrava sus consecuencias y llega a acelerar su fallecimiento.
El problema es tan grave que Europa tomó una serie de medidas a partir de la Resolución emitida el 12 de Noviembre de 2003 por los ministros de Sanidad de 18 países, incluyendo España, donde se lee:
"Teniendo en cuenta el número inaceptable de pacientes hospitalizados desnutridos y los efectos beneficiosos que un servicio de alimentación y una atención nutricional adecuados tienen en la recuperación de los pacientes y de su calidad de vida, (...) se considerará que el soporte nutricional forma parte del tratamiento de los pacientes. La alimentación ordinaria por vía oral deberá ser la primera opción para corregir o prevenir la desnutrición de los pacientes.
El entorno hospitalario de las comidas deberá ser mejorado, prestando especial atención al ambiente, a la presencia de personal y a la ausencia de olores desagradables. Todas las comidas calientes se deberán servir a una temperatura de 60-70º. Todos los pacientes deberán tener la posibilidad de solicitar comida o alimentos adicionales en cualquier momento. Se deberá fomentar la interacción inmediata entre los pacientes y el personal de cocina y de la sala de hospitalización en relación con la aceptación o el desagrado de los alimentos servidos.
Al estimar las relaciones coste-beneficio y coste-efectividad del soporte nutricional, los resultados deberán incluir la capacidad funcional y la satisfacción de los pacientes.
Los gerentes de los hospitales deberán tener en cuenta el coste potencial de las complicaciones y de la mayor duración de las estancias hospitalarias debido a una nutrición insuficiente". Literal.
La empresa privada (¡la mejor valorada de las tres que se presentaron!) lleva unos cuantos días funcionando en el Complejo Hospitalario, y uno ha visto y olido lo que se sirve a los enfermos. Por supuesto, no se sigue la orientación de la resolución europea, ni en su espíritu ni en sus formas. Ni de lejos. Lo que se sirve es escaso, muy escaso, mal presentado y malo. No se puede remediar ni con el trabajo de las dietistas del Complejo Hospitalario, trabajo al que se han aplicado varias medidas obstruccionistas. Ni con los esfuerzos de enfermería, auxiliares ni celadores.
Me pregunto qué enfermedad tiene esta sociedad que alimenta así a sus enfermos más graves, en tanto que dilapida su dinero en estructuras y salarios inútiles. Me gustaría saber el nombre que tiene el ansia de ganar dinero a costa de lo que sea, incluso de la posibilidad de recuperar la salud de los que la han perdido. Quisiera poder diagnosticar la patología que padecen los partidos políticos que han privatizado un correcto servicio hospitalario público. Y la de los que, simultáneamente, claman en las calles de otras ciudades contra la privatización de la sanidad pública y aquí privatizan la alimentación de sus hospitales. Y la de los que mienten o dan datos falsos que se refieren a bienes públicos, de todos. Daría lo que no tengo por conocer la moralidad de los que rescinden los contratos públicos de buenos trabajadores para darle el dinero a empresarios ricos que tienen beneficios, pagando todavía menos y restringiendo el gasto..., en comida para los enfermos. Y la de los que colaboran en ello.
Me temo que estas enfermedades tengan muy difícil tratamiento.
Eugenio Oria Mundín, médico especialista en M. Preventiva. adjunto de la Sección de Dietética. Complejo Hospitalario.

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