jueves, 19 de enero de 2012

FRAGA IRIBARNE, NAVARRA Y UN AMA DE LLAVES

Allá por 1976, cuando el exministro franquista Fraga Iribarne ostentaba el cargo de ministro de Gobernación y era el hombre fuerte del Gobierno vino a Navarra, entre otras cosas, a visitar el pueblo que conocía de sus tiempos de chaval, Bera. Tenía el deseo de ver por dentro la casa Itzea, que fuera de Pío Baroja.

El dueño de Itzea era en aquel entonces el antropológo Julio Caro Baroja. Pues bien, el todopoderoso ministro Fraga Iribarne acudió a Itzea, previo aviso a la propiedad, acompañado del alcalde de Bera, que era Inato Irazoki, el gobernador civil y toda una cohorte de policías, guardaespaldas y altos cargos. La puerta estaba cerrada y tocaron el picaporte. En una ventana del primer piso apareció la cara de una mujer, que era el ama de llaves de Itzea. -¿Qué quieren ustedes?-. El alcalde Irazoki trató de intermediar y le explicó al ama de llaves quiénes eran los que estaban allí, pero la mujer desde la ventana le respondió con toda claridad: -Me ha dicho el jefe que hoy no le abra la puerta a nadie.

La insistencia de Inato Irazoki y alguien más de Bera, que también les acompañaba a todas aquellas autoridades en la antepuerta, no sirvió para nada. La mujer desde la ventana repitió la misma respuesta: -Me ha dicho el jefe que hoy no le abra la puerta a nadie.

-¿Qué hacemos?- preguntó el hombre fuerte del Gobierno español contrariado y enfurecido. -Irnos de aquí, porque esa mujer ya ha dicho su palabra. Y se tuvieron que ir.

Decía Irazoki que el hijo de la señora Iribarne, cuando era niño o chaval joven, estando en el pueblo de su madre, vino en algunas ocasiones a Bera y que se entendían en euskara. Sin embargo, el ahora difunto ministro franquista llevó a alabar a su madre en uno de sus numerosos exabruptos, porque no les había enseñado una lengua prehistórica e inservible. Por lo visto también en eso mentía aquel, que con toda seguridad era hijo de la señora Iribarne.

Un cuñado de Fraga Iribarne, el señor Robles Piquer, que a la sazón era ministro de Educación en el mismo Gobierno de Arias, comentó a los representantes de la Real Academia de la Lengua Vasca que la señora Iribarne seguía yendo a misa con un libro de misa en euskara y que se confesaba en euskara con el obispo Argaia, natural de Bera, entonces en la diócesis gallega de Mondoñedo-Tuy, antes de venir a Donostia. Aquel encuentro se produjo en una visita para tratar sobre la oficialización de dicha institución académica, que recibió además un empujón.

En la penúltima conferencia que me tocó dar en Madrid acudió Fraga Iribarne ya muy deteriorado físicamente más que propiamente anciano. Venía acompañado de otro exministro de Arias y exconsejero en sus gobiernos de Galicia. En el diálogo posterior tomó la palabra y reivindicó en su lenguaje ya difícilmente inteligible su condición de hijo de una mujer navarra y euskaldun y respondió a mi disertación en favor al derecho a decidir de Navarra y de Vasconia con desmesuradas loas a los fueros en su sentido más tradicional y conservador. Estaba en su papel y ese día por lo visto, tocaba así.

Sin embargo, hay que recordar que no siempre se tuvo frente al poderoso ministro franquista Fraga Iribarne la firmeza del ama de llaves de Itzea. Fue el primer y único político -no concejal del Ayuntamiento de Iruña- que fue invitado y lisonjeado con el lanzamiento del txupinazo de los Sanfermines y su hija fue dama de honor en los últimos juegos florales de Navarra, que se hacían en la antigua Sueta, hoy Sangüesa-Zangotza, en los que obtuvimos primeros premios, cada cual en lo suyo, Jaime del Burgo y yo mismo… Saltaron tantas chispas que ya no hubo más.

Pero al margen de anécdotas, las víctimas de Montejurra y Gasteiz y de los últimos fusilados de Franco -semilla de libertad- y tantas y tantos recuerdos tristes no quedarán completamente compensados, pero sí por lo menos algo resarcidos por la palabra de vasca del ama de llaves de Itzea: -Me ha dicho el jefe que hoy no le abra la puerta a nadie.

Porque aquel día nadie entró en Itzea; ni siquiera el entonces aparentemente todopoderoso ministro de "la calle es mía".

Patxi Zabaleta, en Diario de Noticias

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