jueves, 6 de octubre de 2011

YA SE HA CASADO LA TERRATENIENTE

A pesar de que la práctica totalidad de los medios pugnen por presentar una imagen simpática, graciosa y popular de la duquesa de Alba, mostrándole bailando sevillanas «de manera espontánea», no pueden ocultar la verdadera cara de una de las mayores oligarcas y terratenientes del Estado español.

Su antecesor fue el que dirigió hace cinco siglos la conquista castellana de Nafarroa. Por si fuera poco, Cayetana Fitz-James Stuart, también es condesa de Lerin. Es uno de sus 47 títulos nobiliarios. Aúna por tanto los títulos de quienes conquistaron Nafarroa y de quienes colaboraron con la traición a la invasión.

Dicen que en Flandes para asustar a los niños y se vayan a dormir les amenazan con que va a venir el duque de Alba, famoso por las atrocidades que cometió para mantener el dominio español.

Las riquezas y tierras de la «simpática» octogenaria provienen, mediante la vía de la herencia, del saqueo a sangre y fuego de pueblos en nombre del imperialismo español. No en vano tiene 34.000 hectáreas y numerosas propiedades inmobiliarias, también en Donostia.

Los tiempos cambian, pero el saqueo permanece. Según denunció el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), esta «simpática» señora que tanta gracia hace ha cobrado de manera irregular casi tres millones de euros de la PAC, las ayudas de la Unión Europea. Al parecer, recibía ayudas para cultivos que nunca se sembraron. Asimismo, desde el SAT se ha alertado de que en las fincas de la duquesa de Alba hay presuntas irregularidades en la contratación de trabajadores inmigrantes. Este mismo sindicato denunció que la duquesa de Alba no había hecho ningún mérito para recibir la Medalla de Oro de Andalucía en 2006 más que explotar a miles de jornaleros. La respuesta que recibieron quienes protestaban en la calle fueron las porras de la Policía y los insultos de la «simpática» señora.

«¡Qué contento estoy que se ha casado la terrateniente!», debían pensar quienes fueron a jalear ayer a la duquesa en Sevilla. Lo mismo que quienes lo vieron por la televisión.

Martxelo Díaz, en GARA

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