lunes, 17 de octubre de 2011

VENCEDORES Y VENCIDOS

Ahora que parece que el final de ETA está cerca, el PP y otras formaciones políticas insisten en hablar de vencedores y vencidos, y yo me pregunto qué es exactamente lo que quieren decir con eso. Se me ocurren dos posibles interpretaciones:

1. Que los vencidos paguen sus crímenes y los vencedores no. Pero esto no es nuevo. Si entendemos por vencidos a los militantes de ETA, que con su absurda y cruel lucha armada no han conseguido ninguno de sus objetivos (más bien los han alejado), es evidente que éstos pagan: detención violenta; paso por comisarías con, yo así lo creo, el consabido rosario de malos tratos y torturas físicas y psíquicas; dispersión y alejamiento, con todo lo que esto supone para los detenidos y sus familias; las más duras condiciones de internamiento que se aplican en el Estado español; y largas, muy largas condenas, las más largas que ningún reo sufre en España.

Si entendemos por vencedores a los aparatos del Estado que han combatido a ETA, y que también han cometido crímenes y graves violaciones de los Derechos Humanos como secuestros, asesinatos, torturas, detenciones ilegales, apaleamientos, cargas brutales con graves consecuencias, y, en definitiva, tener aterrorizados a barrios y pueblos enteros con su única presencia, es evidente que éstos no pagan. Por cierto, ¿qué fue de Galindo?

Se puede objetar, y con razón, que la violencia ejercida por unos y por otros no ha sido la misma: la de ETA ha sido brutal y digamos que espectacular, y, por supuesto, cruel y falta de escrúpulos además de muchas veces indiscriminada, aunque esto no fuese premeditado. La de los aparatos del Estado, sin embargo, ha sido todo eso, pero en dosis más pequeñas, solo cuando lo han estimado oportuno. El Estado rara vez tiene necesidad de convertir en espectáculo su actuación. Tiene muchos otros resortes que hacen que su falta de escrúpulos pase más inadvertida.

2. Que pierdan toda opción política aquéllos que defienden el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, fin último por el que ETA justifica su existencia. Esto se podría entender como la derrota política de ETA. Claro que con ello se arrastraría también a formaciones que nada han tenido que ver con la violencia; y, por supuesto, se actuaría antidemocráticamente criminalizando aspiraciones plenamente legítimas.

Por otra parte, no olvidemos que si bien la formación armada entiende que la obtención de este derecho es razón suficiente para coger las armas, también el Estado entiende que su negación es razón suficiente para ejercer su violencia. Absurdo todo ello, pues este derecho, aún siendo muy importante para la mayoría de la población vasca, es un derecho más entre otros muchos, y, en las circunstancias actuales, no lo suficientemente importante como para justificar el ejercicio de la violencia, tanto para obtenerlo como para negarlo.

Para terminar, diría que es muy preocupante esta pretensión de que haya vencedores y vencidos, tanto por ser injusta y revanchista, como por obviar contenciosos políticos plenamente presentes en nuestro pueblo. Estimo que, ahora más que nunca, son necesarios procesos de paz y no victorias y derrotas militares.

Juan Inazio Lizarraga, en Diario de Noticias

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