jueves, 22 de noviembre de 2018

DEL HORROR DE ARABIA SAUDITA AL HORROR DE BRASIL


    El 2 de octubre Jamal Khashoggi, un periodista saudi crítico con el gobierno de su país, entraba en la embajada de Arabia Saudita en Estambul para recoger unos documentos previamente solicitados, y allí mismo era asesinado y descuartizado por un equipo  de “expertos” venidos expresamente a realizar esta macabra acción. Khashoggi, como no las tenía todas consigo sobre el trato que le fueran a dar, llevaba un reloj inteligente conectado al móvil de su novia turca que le esperaba afuera, pero probablemente nunca imaginó que dicho reloj fuese a transmitir su muerte en directo, e incluso su descuartizamiento iniciado cuando aún estaba vivo. 
   Por supuesto que el horror supremo es ese brutal asesinato, pero después no se sabe qué produce más horror: si la reticencia y silencio durante muchos días de Occidente intentando poco menos que ocultar/minimizar el hecho, si la repugnante justificación  de continuar con la venta de armas a dicho país, o el cinismo de aceptar la farsa que ahora mismo está montando el gobierno de Arabia Saudita, que dice va a juzgar a las 15 personas que previamente había mandado a Turquía a realizar el macabro crimen. La amoral Europa y USA (aunque presuman de moralidad) de nuevo colocan sus negocios, en este caso de armas que están sirviendo para asesinar sobre todo a yemenies, habiendo ayudado a crear el mayor desastre humano actual incluso superior al de Siria, por encima de cualquier otra consideración.
    En Brasil, el 28 de Octubre, ha salido elegido presidente Bolsonaro, un ex militar misógino, homófobo, racista, admirador de la dictadura brasileña de 1964 y de Trump, defensor de la tortura, y por supuesto con idea de privatizar el patrimonio del estado brasileño (sobre todo la joya de la corona Petrobras), cambiar la ley del trabajo (ya iniciada por el actual e ilegal presidente Temer), reformar la ley de jubilaciones, declarar terroristas a movimientos sociales, recortar los presupuesto a educación y sanidad, y terminar con los programas sociales que ayudaron a sacar de la pobreza a más de 30 millones de brasileños/as. Aupado al poder por los poderes fácticos no solo de Brasil sino de esas llamadas democracias occidentales, que a la hora de la verdad prefieren a monstruos sociales y humanos como Bolsonaro (en otras ocasiones eligieron a personas como Franco, Pinochet, Hitler etc), antes que lleguen al poder personas de “dudosa” fidelidad al sistema actual. En el año 2006 y mientras viajaba por Brasil, me encontré con un brasilero de clase media, y al preguntarle por el entonces presidente, Lula, me confesó que era un buen presidente pero que había una cosa que no le gustaba nada, y es que miraba mucho por los pobres!, es decir la mayoría de la población.
    En realidad esta elección presidencial en Brasil ha sido la culminación de un fraude monumental, que se empezó a fraguar con el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, que culminó el 31 de agosto del 2016 después de una vergonzosa y sonrojante votación, pues solamente lograron acusarla de “maquillaje de cuentas”, práctica habitual no solo en Brasil sino en todos los países del mundo, y que en absoluto justificaban su destitución. En aquella ocasión Bolsonaro al depositar su voto a favor de la destitución, dijo que lo hacía en memoria del Coronel Alberto Brihante, jefe de uno de los centros de tortura de la dictadura.
   El nuevo gobierno presidido por el vicepresidente Temer dando un giro de 180 grados, se dedicó a desmontar las políticas sociales, reformar la ley de jubilaciones, y hacer otra nueva ley laboral, olvidándose de que nadie le había votado a él, sino a Dima Rousseff. Han sido casi 2 años del gobierno más impopular que ha tenido Brasil (apenas un 5% de aceptación), donde la situación económico-social se ha seguido deteriorando, y los niveles de inseguridad y crimen se han disparado. En el 2018 se debían celebrar nuevas elecciones a las que de nuevo podría presentarse Lula (el máximo son dos legislaturas consecutivas), y ante sus altos índices de popularidad (según las encuestas más de un 40% e incluso se especulaba ganase en primera vuelta), el poder fáctico se planteó 3 posibilidades: golpe de estado o amenaza de tal si Lula se presentaba, arriesgarse a unas elecciones democráticas (contando con la ventaja de controlar los principales medios de comunicación), o montar un juicio farsa contra Lula e intentar meterlo en la cárcel para librarse de él. Al final se decantaron por el juicio farsa (apoyándose en el casi completo control del poder judicial), pero por si acaso amenazando y chantajeando a la población con un golpe de estado, si votaban a Lula. Costará encontrar un juicio-farsa más surrealista e irreal del realizado a Lula. El juez, Sergio Moro, le condenó a 9 años (más tarde en segunda instancia y para que no tuviese escapatoria otro juez subió la condenó a 12 por el mismo sin-motivo), sin haberle probado nada, y basándose únicamente en su convicción de que era culpable 
Como muestra algunas frases de ese juicio-farsa:
.- Juez: el apartamento es suyo?
.- Lula: No
.- Juez: Seguro?
.- Lula: Seguro
.- Juez: Entonces no es suyo?
.- Lula: No
.- Juez: Ni un poquito?
.- Lula: No
.- Juez: O sea que Vd. niega que sea suyo?
.- Lula: Lo niego
.- Juez: Y cuándo lo compró?
.- Lula: Nunca.
.- Juez: Y cuánto le costó?
.- Lula: Nada.
.- Juez: Y desde cuando lo tiene?
.- Lula: Desde nunca.
.- Juez: O sea que no es suyo?
.- Lula: No
Y así sigue este interrogatorio de besugos, y ni Grucho Marx habría podido superar tal desatino, por el que a Lula le metieron en prisión evitando que se pudiese presentar a las elecciones que según todos los sondeos habría ganado.
   Se habla mucho de la judicialización de la política, y además en este caso incluso habría que hablar de la politización de la justicia: el comité de  DDHH de la ONU pidió-exigió  hace 2 meses a Brasil que permitiese a Lula ejercer sus derechos políticos, pero la judicatura brasileña contestó que no. Incluso en el colmo del sadismo le prohibieron hacer entrevistas desde la cárcel. Lula era la gran baza, y con él fuera de las elecciones, estas se pusieron cuesta arriba para seguir manteniendo un gobierno progresista. Al final la derecha y los poderes fácticos se han volcado en Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura de 1964-1985, partidario de la mano dura, de anular como sea a los opositores y enemigo de la democracia, y la apuesta les ha resultado. No ha aceptado ningún debate, al parecer es un ignorante integral, su baza mayor ha sido una utilización masiva de whatsapp con mensajes falsos (las llamadas fake news) del estilo de: “Haddad (sustituto de Lula), es partidario del incesto” o su compañera Manuela D´ávila “prohibirá todas las religiones” si ganan. La dirección de Whatsapp, ante las denuncias ha ido cerrando miles de cuentas con fake news, pero para entonces el mal ya estaba hecho. 
   Por otra parte, y aprovechando el control mayoritario de los medios de comunicación (sobre todo O Globo), la demonización del PT (partido de los trabajadores del cual Lula es su fundador) ha llegado a límites extremos, acusándole de todos los males actuales de Brasil, desde los altos índices de violencia hasta la gran corrupción existente. Y seguro que el PT habrá tenido su parte de culpa en la actual corrupción, pero la rapidez que se han dado para meter en la cárcel a Lula, sin ninguna prueba además, (y que contrasta con la cantidad de parlamentarios e incluso ministros del gobierno actual acusados de corrupción pero en libertad), seguramente ha tenido un efecto devastador en muchos de sus anteriores seguidores.
   Es curioso como en los análisis de “sesudos” analistas políticos occidentales apenas si mencionan las trampas hechas hasta haber aupado al poder a Bolsonaro: destituir a la  legítima presidenta Dilma Rousseff, (“golpe blando”, se llaman ahora), o encarcelar sin pruebas a Lula, ni tampoco explican cómo Lula tenía más de un 40% de intención de voto, y después de su encarcelamiento un don nadie como Bolsonaro saca ya en la primera vuelta el 46%. Al parecer a este último le han votado casi masivamente los ricos y clases medias, pero está claro que también le han tenido que votar varios millones de  pobres que se han creído el mensaje de que la corrupción, la delincuencia, los males que ahora mismo están corroyendo a Brasil los ha causado el PT, Dilma y anteriormente Lula,  y seguramente de haberse podido presentar Lula habría tenido credibilidad para haber desmontado muchas de estas mentiras y evitado este trasvase.
    El horror de Arabia Saudita) y el horror actual de Brasil están unidos por una misma conexión. Ambos países se encuentran en un mundo donde rige un sistema que tiene por único dios al dinero, y a él se subordina todo lo demás. Arabia Saudita (por cierto el único país del mundo que se llama por el nombre de la familia que manda en él como si fuese una finca de su propiedad), el segundo mayor productor de petróleo del mundo y gobernado por una monarquía feudal y retrograda donde las condenas a muerte se han duplicado en este último año, es en estos momentos el mejor aliado de Occidente (sobre todo USA, Francia, Gran Bretaña y España) precisamente por la gran cantidad de armamento que está comprando a dichos países, y ve con satisfacción cómo estas ingentes compras están sirviendo para evitar que se le critique por sus brutales métodos de gobierno y no digamos de su falta absoluta de los más mínimos derechos humanos y democráticos. Incluso forma parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas!
   Su dinero no solo le permite comprar el silencio de Occidente, sino que en el caso del periodista disidente Khashoggi se ha sentido con total impunidad para asesinarlo y descuartizarlo en su propia embajada en Turquía. Y por desgracia lo más probable es que seguramente y a pesar de algunas lágrimas de cocodrilo lo sucedido no tendrá prácticamente ninguna repercusión negativa para dicho país.
   Por su parte Brasil, la mayor economía de Latinoamérica, se encuentra en un continente que desde principios de este siglo ha estado cuestionando su dependencia de USA. Y no es que los gobiernos de Lula y Rousseff hayan sido especialmente revolucionarios, pero a través de políticas socio-económicas progresistas, entre otras cosas han sacado de la pobreza a más de 30 millones de brasileños y abierto las universidades a millones de universitarios sin recursos.
   El gran fraude electoral ya se empezó a fraguar con la destitución ilegitima de la presidenta Rousseff, y el posterior encarcelamiento de Lula, que según todas las encuestas habría ganado las elecciones, y esto no interesaba ni s los poderes fácticos, banca, terratenientes, industriales, ejército, herederos del poder colonial portugués. Su intención es hacer grandes negocios privatizando industrias del estado, especialmente Petrobras, hacer una nueva ley del trabajo más retrógrada, derogar logros conseguidos para las jubilaciones, y si pueden también ilegalizar y considerar terroristas a organizaciones sociales como el Movimiento sin Tierra. Todo esto adobado con una fraseología fascistoide de combatir la inseguridad ciudadana, que efectivamente es un gran problema en Brasil, fruto en parte de las grandes desigualdades existentes. Por cierto en los 2 años que ha estado gobernando (por decirlo de alguna manera Temer) la criminalidad no ha hecho más que aumentar.  Pero tampoco interesaba a USA que Lula fuese de nuevo presidente pues ahora va a poder interferir mejor en los asuntos de América del Sur, e incluso se teme pueda azuzar una guerra con Venezuela.

Los poderes del estado
    A los 4 poderes clásicos: el ejecutivo, el legislativo, el judicial y los medios de comunicación hoy en día se le ha añadido un nuevo poder (el quinto): internet y las redes sociales.
   Hasta hace algún tiempo, salvo excepciones en las que sacaba el ejército a la calle y recuperaba el control de manera expeditiva, el Poder los controlaba a todos, pero últimamente y con más frecuencia de la que desearían están perdiendo elecciones (poder legislativo y ejecutivo), poniendo en entredicho su control de los respectivos países, en especial en Latinoamérica, por lo que se están volcando en un mayor control-abuso del poder judicial (ya son muy pocos los ilusos que se creen lo de su independencia), de los medios de comunicación y de internet-redes sociales.          En Brasil la utilización abusiva (y según juristas delictiva) del poder judicial para retirar de las elecciones al ex presidente Lula ha sido vergonzosa (le han  condenado a 9 años de cárcel sin ninguna prueba en su contra). La consigna era retirarlo de la carrera presidencial como fuese, máxime teniendo en cuenta que hay muchos políticos acusados de corrupción (y con pruebas, entre ellos el actual e ilegítimo presidente Temer) pero parece no hay ninguna prisa en juzgarlos. Casualmente ahora mismo se está intentando hacer lo mismo con Cristina Fernández en Argentina, Correa en Ecuador, y el que sustituyó a Lula en las presidenciales, Haddad, ante el temor de que en las próximas elecciones vuelvan a ser presidentes en sus respectivos países. 
   En Arabia Saudita al parecer están haciendo un juicio farsa precisamente contra las 15 personas mandadas ex profeso para asesinar a Khashoggi, (según pruebas fehacientes) por el príncipe heredero. Seguramente declararán culpables a algunos de ellos para justificarse, y ya ha dicho el impresentable de Trump que cree en la inocencia de dicho príncipe, no por que lo sea sino porque es un buen aliado (es decir compra muchas armas que están matando a mucha gente: el negocio es el negocio aunque chorree sangre).

A vueltas con las Fake news (falsas noticias)
   Pero al Poder ya no le basta con la utilización del poder judicial. Los medios de comunicación mayoritariamente es sus manos están justificando cualquier acción de Occidente, y hoy día son más necesarios que nunca, pues el sistema se tambalea.
   Fake news han existido siempre, pues son consustanciales con el papel que los grandes medios de comunicación juegan en defensa y apuntalamiento de cualquier sistema, pero ahora con la existencia de internet a donde todavía es posible acudir a informarse libremente, el Poder está nervioso pues podría perder su monopolio de la “verdad”: recientemente fueron claves en la guerra y desmembración de Yugoslavia, y más tarde en las recientes guerras provocadas por Occidente de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Ucrania, Yemen etc. 
   El periodismo en general, el oficial, ha muerto o está moribundo, y cada vez más escasean las noticias propiamente dichas, que son sustituidas por artículos de opinión: a la gente se le dice directamente lo que debe pensar sobre un tema concreto. Pero como hay que mantener las formas (la pseudo profesionalidad), la verdad, la noticia en sí, aparece en alguna parte rodeada de fake news, que la hacen parecer imperceptible y de “dudosa veracidad”.
   Se nos sigue hablando de la “prensa libre” (en contraposición a la que debemos suponer que no lo es), y se parece a lo que en el 2.008 y ante la grave crisis mundial a que nos había llevado el sistema capitalista, dijo Sarkozy, que “había que refundar el capitalismo sobre nuevas bases éticas”. Pero el capitalismo no se puede refundar: es un sistema depredador que o se soporta o se cambia. No admite matices, y de hecho ya nadie ha vuelto a comentar semejante tontería. ¿O es que alguien ingenuamente pensaba que iban a desmantelar los paraísos fiscales y rebajar el poder a ese 1% que controla el mundo? 
   Con los grandes medios de comunicación, prensa, TV, radio pasa lo mismo. Mientras sigan estando bajo el control de los diferentes grupos de presión del sistema (bajo la apariencia de prensa libre) que los utiliza precisamente para justificarse y mantenerse en el poder, seguirán siendo “la voz de su amo”, eso si, con matices para marear más la perdiz.
A los medios de comunicación muchas veces no solo se les llama el cuarto poder, sino simplemente: el Poder.
   En Euskalerría los periódicos Egin y Egungaria, eran dos voces discordantes con el Poder, y ambos fueron cerrados sin ningún miramiento, por un dócil poder judicial. De poco, o nada, sirve que después ganasen los juicios y se declarase que los cierres fueron ilegales. El mal ya estaba hecho.

El quinto poder
   Así es llamada Internet y sus redes sociales. La empresa Cambridge Analítica recolectó información de más de 50 millones de usuarios de Facebook para crear perfiles psicológicos determinados para manipular la opinión de los votantes en las elecciones USA de 1916 en favor de Trump, y esta campaña fue pagada (15 M. de $) por un multimillonario llamado Robert Mercer, simpatizante de Trump (curiosamente ya no se habla de esto, pero se sigue insistiendo en la trama rusa en dichas elecciones).
   En las elecciones farsa brasileñas whatsapp ha tenido un gran papel en la victoria de Bolsonaro, (Brasil es el segundo país del mundo que más utiliza esta aplicación), y aunque durante la campaña se cerraron muchos grupos y direcciones denunciadas ante la gran cantidad de falsas noticias que estaban difundiendo ante la pasividad de los responsables de esta aplicación, el mal ya estaba hecho. El PT está viendo la posibilidad de poner una denuncia en la sede central de whasapp, pero no parece que esto vaya a tener ninguna trascendencia.
   Lógicamente quienes más posibilidades tienen de utilizar-manipular estas redes son los que las controlan, precisamente grupos afines al Poder.

¿Qué nos espera?
   Alguien dijo que esta sociedad nuestra cuanto más se tecnologiza, más primitiva se vuelve, haciéndosele difícil la distinción entre el bien y el mal. Cientos de miles, tal vez varios millones, han muerto en el Norte de África, en Oriente Medio, en Afganistán, sobre todo porque el amoral Occidente decidió que quería cambiar el mapa político de esas zonas. Todos los días nos despertamos con la noticia de más muertes por naufragios en el mediterráneo, de personas que buscan una nueva vida, pues la que tenían hace tiempo que se la robó Europa a sus antepasados. Los que sobreviven servirán como “ejército de reserva” para paliar la falta de mano de obra en la envejecida Europa, y todos contentos: los industriales que los contratarán por menos dinero, las mafias que obtienen pingües beneficios, muchas veces con la connivencia de los gobiernos europeos que miran para otro lado con tal de quitarse el marrón de encima, y los movimientos xenófobos y fascistoides, que al rebufo de este drama están consiguiendo réditos electorales. Ya se ha convertido en una rutina, un poco molesta pues nos golpea nuestras conciencias, pero esta sociedad se va acostumbrando (si no lo estaba ya) a la “vanalización del mal” que decía Hanna Arent.
   Según parece, que en Turquía hayan descuartizado a un periodista de Arabia Saudí en su propia embajada por ser un crítico del gobierno al final no va a importar demasiado, pues ese gobierno está comprando muchas armas a Occidente (sobre todo USA, Gran Bretaña, Francia y España).
Y a su vez que en Brasil haya salido de presidente un troglodita fascista y admirador de la dictadura de los sesenta, tampoco parece importar demasiado, pues con ello se ha evitado que Lula (el mejor presidente y más popular que ha tenido nunca Brasil) lo sea. Previamente ya se había quitado del cargo a la presidenta electa Dilma, y por si acaso se metió en la cárcel en otro juicio farsa sin pruebas a Lula. Nada de esto habría sido posible sin la ayuda inestimable de USA, el silencio cómplice de Europa, y la descarada ayuda de los medios de comunicación (especialmente el diario O Globo, y en la recta final whatsapp).
   Seguramente conforme avance el tiempo y cuando se vayan plasmando las barbaridades que el nuevo presidente dice que va a poner en práctica, las lágrimas de cocodrilo de parte de esa prensa corporativa irán aumentando, ya han empezado, diciendo que Brasil no se merecía este nuevo presidente electo, pero el hecho es que Bolsonaro está ahí, porque pusieron todas las trabas legales e ilegales para que de nuevo no lo fuese Lula.
Así nos va a toda la humanidad.

José Eladio Santacara

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